Estas fechas se prestan para hacer rankings y listas de lo mejor que pasó durante el año. Aquí ya hemos hecho una entrega sobre
los hechos que marcaron 2010, pero en este post no quiero hacer listas sobre “los mejor del año”, porque de eso ya se encargan los medios y otras páginas web, y de sobra. Quiero más bien profundizar en el cariz personal de estas listas y comentarles mis lecturas predilectas de este año, sin ser necesariamente libros aparecidos en 2010.
Son libros que simplemente leí durante los últimos 12 meses y que quisiera compartir con ustedes, incluso –me encantaría pensarlo así- como una recomendación, para aquellos que no los hayan leído aún o estén buscando algo como lo que voy a reseñar a continuación. Ha sido difícil escoger 5 libros para destacar y recomendar. Podría mencionar ese gran descubrimiento que fue para mí leer
Alta fidelidad, de Hornby, que me animó incluso a hacer este blog. O
El sueño del Celta, del Nobel Vargas Llosa, un libro fantástico. O los maravillosos cuentos de Asimov en
Visiones de Robot, que incluyen
El hombre bicentenario. También
Diez negritos, de Agatha Christie, que en cuatro horas de lectura febril me hizo ver por fin por qué tanta gente me habla de esa historia. Retomé un clásico como
El mono desnudo, de Morris, disfruté de
Ubik, del genial P. K. Dick, y en estos días estoy reencontrándome con un viejo amor, con
Los desnudos y los muertos de mi querido Mailer. Pero si he de elegir mis 5 lecturas favoritas de 2010, estas son (si han leído algo que los ha emocionado o llenado de una manera particular, no duden: ¡compártanlo!).
1. Armas, gérmenes y acero, de Jared Diamond (1998)
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Divulgación científica de primera. |
Puede decirse que este libro ganador del premio Pulitzer es una especie de Biblia científica. En su solapa lo venden como “una breve historia de la humanidad de los últimos 13.000 años”, pero yo creo que es más que eso. Su autor, fisiólogo evolucionista y biogeógrafo, busca responder a lo largo de 500 páginas una pregunta que le hizo una vez un político de Nueva Guinea: “¿Por qué ustedes, los blancos, desarrollaron tanto y lo trajeron todo a Nueva Guinea, pero nosotros, los negros, teníamos tan poco ‘cargamento’ propio?”. Esta pregunta se puede extender aún más: ¿por qué fueron los españoles quienes conquistaron el Imperio incaico y no fue Atahualpa quien encerró en un cuarto al rey de España? Diamond, desde múltiples enfoques científicos, que van desde la lingüística, la arqueología, la geografía hasta la virología, alejándose de cualquier tipo de teoría racista o de diferencias biológicas entre los pobladores de los 5 continentes, examina uno por uno, desde la aparición del ser humano como lo conocemos hasta nuestros días, para intentar explicar por qué algunas zonas se desarrollaron más que otras, por qué la cultura se propagó con mayor rapidez en algunos lugares mientras que en otros no llegó jamás o, incluso, retrocedió. Los factores clave de su respuesta son, como dice el título, las armas, los gérmenes y el acero, sustentados en la geografía inicial que encontraron los humanos, la capacidad de domesticar animales y plantas, y, por ende, de establecerse, crecer, tener especialistas en tecnología y lenguas, lo que llevó al comercio, a un orden político-económico y a la propagación cultural. Evidentemente, no puedo transmitir las teorías (y casi comprobaciones) de Diamond en un párrafo, por lo que recomiendo con entusiasmo este maravilloso libro de divulgación científica.
2. Bartleby y compañía, de Enrique Vila-Matas (2000)
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La literatura del No. |
Siempre he sido admirador de Vila-Matas, leyendo sus artículos, quedando fascinado con los temas de sus novelas, pero he de reconocer que, a pesar de haber incluso obsequiado libros suyos, recién durante 2009 pude leer los cuentos de
Suicidios ejemplares y la genial
El mal de Montano. Así que este año decidí pagar una vieja deuda y sumergirme en el mundo de
Bartleby y compañía, que precede en esa línea metaliteraria al propio Montano, en la historia de un escritor que se obsesiona con la no-escritura, que tiene en el personaje de Melville, Bartleby, a su mejor representante. Y así uno va viajando por una serie de notas a pie de página de un libro invisible, aunque no por eso inexistente. Notas a pie llenas de “preferiría no hacerlo”, que versan sobre diversos “autores del No”, desde Walser hasta Salinger, pasando por Rulfo, y también de aquellos que muestran, ya sea en su literatura o en su ideología, esa pulsión creadora que a veces pasa por la mudez o el silencio, como el propio Melville, quien, en carta a Hawthorne, escribe: “Es maravilloso el
no porque es un centro vacío, pero siempre fructífero. A un espíritu que dice
no con truenos y relámpagos, el mismo diablo no puede forzarle a que diga
sí. Porque todos los hombres que dicen sí, mienten”. Hermoso libro, lleno de guiños literarios y teorías, en donde solo del No puede surgir la verdadera literatura. Una delicia para leer.
3. Lo que vio el perro, de Malcolm Gladwell (2010)
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Antología de Gladwell y sus teorías. |
Ya el año pasado había leído un libro de este periodista que se ha hecho más que famoso con sus artículos y reportajes en
The New Yorker:
Blink, o de cómo, según nuestra experiencia, sabemos las cosas en tan solo dos segundos. Historias recopiladas por Gladwell donde desarrolla la teoría de que pensar espontáneamente, basados en el instinto y en la experiencia, es más provechoso que tomar decisiones meditadas, muchas veces distorsionadas por prejuicios o demasiada información. El también autor de
The tipping point y de
Outliers: historia del éxito (o de por qué unos tienen éxito y otros no), sacó este año lo mejorcito de sus reportajes del
New Yorker en una antología de lujo, donde Gladwell señala: “El
truco para encontrar ideas consiste en convencerse de que cualquier persona o cosa tiene una historia que contar. Ese es el
desafío, más bien, porque resulta muy difícil”. Y Gladwell lo consigue pues sabe “mirar con ojos ajenos”. Sus historias, reales todas, llenas de datos y estudios, van desde el secreto del "Encantador de Perros" hasta por qué existe solo un tipo de ketchup y muchas decenas de mostaza; desde por qué asociamos genialidad con precocidad hasta a quién elegimos cuando no sabemos a quién elegir. Gladwell es de esos
bestsellers que vale la pena leer.
4. El Planeta de Mr. Sammler, de Saul Bellow (1969)
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Bellow, de mis favoritos. |
Ya lo he dicho
aquí: Saul Bellow es de mis escritores favoritos, ganador del Nobel, además. Me quedé maravillado con
Herzog, al punto que me dio una pena enorme terminar ese libro de infinitas páginas. Luego siguió
El legado de Humboldt, con similar resultado. Este año le hinqué el diente a otra de sus obras maestras y salí igual de feliz. Ganadora del National Book Award de 1970,
El planeta de Mr. Sammler es, como otras obras de Bellow, una meditación sobre la civilización occidental, especialmente la norteamericana, y los cambios que van aconteciendo en ella, reflexionando en especial sobre su futuro. Hay nostalgia por el pasado, sorpresa por el desenfreno del presente e interrogantes sobre lo que vendrá, en una historia que bien puede tocar las mismas fibras en 1969 que en 2009. Ya lo han dicho algunos críticos: “la obra de Bellow es a la vez eterna y despiadadamente contemporánea”. Despiadado y contemporáneo, sí. Baste un botón: “El individualismo no tiene interés si no sirve para extender la verdad (…) que la mayor parte de las formas de existencia personal parecen estar desacreditadas y que existe un peculiar anhelo de no ser”.
5. La soledad de los números primos, de Paolo Giordano (2008)
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Ópera prima sobre la soledad. |
Su autor no llega a los 30 años (tenía 26 cuando publicó este libro). Es licenciado en Física Teórica y esta, su primera novela, ha cautivado con premios y ventas astronómicas. Un libro construido casi matemáticamente, pero invadido por una sola protagonista: la soledad. Giordano lleva el ánimo de los números primos gemelos, esos que están separados apenas por un número par, como queriendo tocarse a través del infinito sin poder hacerlo jamás, a dos vidas, las de Alice y Mattia, que arrastran desde la niñez el dolor y la soledad, que pudiendo complementarse, pues son de alguna manera iguales, sufren un distanciamiento infranqueable, como el 11 y el 13, el 17 y el 19, el 41 y el 43, digamos. No exageran los reseñistas al decir que este es un libro perfecto, digno de un narrador experto. Los rasgos psicológicos son protagonistas en la narración, sólida como una roca, como la soledad que lo envuelve todo. Un libro triste, aunque sutil, pero que, al menos en mi caso, me reveló unas ganas de poder hacer que el número 18 desaparezca del mapa y que el 17 y el 19 puedan, por fin, ser correlativos, por decirlo de alguna manera. Más allá de determinismos casi matemáticos, la felicidad está en nuestras manos, aunque la protagonista reflexione: “luchar contra ciertas partes de nuestro ser es imposible”. Para eso está la lectura, creo, para cambiar, o para tener ganas de hacerlo.
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Bonus Track
Auster, siempre Auster
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Génesis austeriana. |
Todos los años intento leer al menos un libro de Paul Auster, no solo porque me encanta, sino porque tiene miles. El año pasado fueron
Experimentos con la verdad y
Mr. Vértigo. Este año le tocó a uno de sus primeros libros:
La invención de la soledad (1982). Aquí empieza a construirse eso que conocemos como “obra austeriana”, luego de que muriera el padre de Auster y este empezara a escribir su “Retrato de un hombre invisible” y luego el “Libro de la memoria”, en una búsqueda que engarza memoria y escritura, teniendo como telón de fondo la paternidad y la muerte. Un libro doliente, donde el autor se pregunta “¿En qué momento una casa deja de ser una casa? ¿Cuando se cae el techo?, ¿cuando le quitan las ventanas?, ¿cuando las paredes se desmoronan?, ¿cuando se convierte en un montón de escombros?” para luego, como respondiendo de alguna manera, señalar: “Incluso cuando consigo avanzar un poco, no estoy muy seguro de hacerlo en el rumbo correcto. El hecho de que uno vague por el desierto no quiere decir que necesariamente haya una tierra prometida”. Un libro de autodescubrimiento, pilar de mucho de lo que después escribiría Auster, que nos permite descubrirnos un poco a nosotros mismos en el trayecto, juntos.
Paja, colega
ResponderEliminarDe lo mejor que leí: la trilogía de Larson, La Carretera de Cormac McCarthy (que gentilmente me prestaste), Crónica del pájaro que da cuerda al mundo de Murakami y The Bang Bang Club de Greg Marinovich and Joao Silva.
La triología muero por leerla (me encantó la pela), la carretera es magia, mueeero por leer Crónica del pájaro... (aunque este año lei El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, bastante buena, aunque no al nivel de Kafka en la orilla), y esa última ni enterado, colega, así que apuntaré, apuntaré...
ResponderEliminarMostro!
A.
te presto la de The Bang bang Club, no es una joya liteararia pero documentalmente es genial y creo que van a hacer una pela pronto
ResponderEliminarPor lo que estoy viendo en IMDB, ya salio la pela este año, con Ryan Phillippe. jejej sale y vale.
ResponderEliminarSe estrena en abril de 2011. Ese tipo de libros me vacila un monton. Paja!
ResponderEliminarDebo añadir que tengo dos libros salidos este 2010 que tengo como deudas: leer entero "La Muerte de un Burgués", de mi amigo Jerónimo Pimentel, lo que por circunstancias ajenas a mí no he podido hacer (aunque he disfrutado de la gran mayoría de sus poemas por separado); y "Sueños Bárbaros", de Rodrigo Núñez Carvallo, que desde que salió me provoca leerlo y ahora en Navidad me regalaron. En los primeros días de 2011 estaré en esas, imagino.
ResponderEliminarA.
No me da verguenza confesar que no he leído nada de lo que mencionas aquí (bueno, un poquito sí) porque pienso ponerlas en mi lista de lecturas recomendadas para mis propósitos de este 2011. Me gusta mucho leer, tengo miles de cosas por devorar, y a veces olvido los títulos cuando estoy en la librería, entonces, me digo, cómo te va a servir esa listaaaaa, mongaza!!! Este año, luego de mucho buscarla y olvidarla, leí "Salón de belleza" de Mario Bellatín, corta pero interesante. El final,me gustó porque ni es feliz y ni parece tan final. "El Contador de historias" de Rabih Alameddine me fascinó, pero de pronto no es el tipo de literatura que prefieras. Ah! La Casa Verde, creerás que la estoy leyendo? la verdad, MVLL me encanta más como personaje y conversador que como escritor, pero era una deuda pendiente con mi cerebro y mi corazón (que se alimentan de libros). Leí también la Isla bajo el mar , de Allende y no me gustó, salvo por la recreación de la época, pero lo demás, me sonó tan flojo, tan repetido. Ando leyendo una biografía novelada sobre Yoshiko Kawashima o Joya de Oriente (su nombre chino), una princesa manchú quien aparece brevemente en "El Último emperador", lo cual despertó mi curiosidad. He desarrollado una afición por leer historias de mujeres legendarias o trasgresoras...ya sé, necesito terapia, jeje.
ResponderEliminarUna abrazo, Armando y gracias por las emocionantes recomendaciones. A medida que las consiga y las lea, prometo importunarte con mis impresiones.
Vaya, entro a tu blog desde el blogscroll de china Toon, me llamó la atención el título de la entrada. De tus 5 tops sólo he leído a Paul Auster, casi todos sus libros, un genio!
ResponderEliminarTambién he leído a Asimov, por placer y por la universidad... y en este 2010 he descubirto a un autor muy vendedor pero que yo ignoraba el existo que tiene Mark Levy, el ladrón de sombras.
saludos