lunes, 29 de noviembre de 2010

Animada diversión: los mejores dibujos

Aprovechando la campaña de los últimos días de poner fotos de dibujos animados en los perfiles del Facebook para apoyar la lucha contra la violencia infantil (cuya efectividad y razón de ser me parece bastante cuestionable), hagamos un post sobre los mejores dibujos animados, aquellos que nos encantaron de niños o que nos encantan ahora de “mayorcitos”, y mucho de los cuales hemos estado viendo en los dichosos perfiles día tras día. Ya he mencionado en un post anterior algunos “placeres culposos”, como Candy, Marco o Jem, que perfectamente podrían entrar en esta lista, pero haré el intento de hacer un Top-10 (en este caso creo que es imposible quedarse en solo una lista de cinco) con los dibujos que más me gustaron y me gustan. Debo decir, antes que nada, que nunca me gustaron ni engancharon Southpark, Pokemon, Bob Esponja, Rugrats, y ahora último, tampoco American Dad o Family Guy, por más que algunos episodios sean realmente buenos. No han dejado huella en mí, qué le puedo hacer. Queda hecha la aclaración y abierto el debate, si se quiere.

1. Looney Tunes (1930-1969)



Bugs y compañía.
El universo Warner de Bugs Bunny, Porky, el Pato Lucas, etc., es, de lejos, el que más alegrías, risas y entretenimiento me ha dado desde que tengo memoria. A pesar de ser dibujos antiguos realmente antiguos, cuya fecha borrosa aparecía en los créditos, me capturaban cuando los veía por canal 5, me parece, a media mañana, de muy pequeño. Y eso es prueba más que suficiente para decir que cuando algo es bueno y universal se disfruta por igual en 1930 o en 1985 o los años 2000. Me gustaban especialmente los episodios con temática, como Bugs en el espacio o en el oeste o en Barbero de Sevilla o haciendo de torero, o el Pato Lucas de superhéroe, con Porky de asistente, etc. Recuerdo con especial cariño la “lucha de sombreros” entre el conejo de la suerte y Elmer, así como la genial “Temporada de patos”, la eterna lucha entre Bugs y Lucas, este último mi personaje favorito. El universo Looney Tunes es inmenso y no puedo mencionar algún personaje o capítulo que no me guste, desde el Coyote y el Correcaminos hasta Marvin el marciano o Silvestre, Piolín, el gavilán pollero, el gallo Claudio, etc., etc., etc, incluyendo a los Looney Tunes de principios de los años noventa.

2. Los Thundercats (1985-1989)

Felinos cósmicos.
Uno de los dibujos que más me gustaban de chico. Recuerdo que me ruborizaba ante mis abuelos cuando empezaba la música del inicio, una especie de vergüenza por ver dibujos cuando se suponía que debía ser más grande, y también, supongo, porque, como buen fan, me gustaba Cheetara. En los años de apogeo de los Thundercats mi papá me regaló el álbum, que llené con devoción, y mi madrina, que vivía en EE.UU., me traía los muñecos, que incluían personajes que aún no salían al aire en el Perú, como Bengalí o Linx-O. Fue una experiencia que superaba la pantalla chica, y me hacía jugar con León-O y compañía en sus versiones de plástico. Mi personaje favorita era Yaga, el espectro inspirado, imagino, en Obi Wan Kenobi, que se le aparecía del mismo modo a Luke Skywalker. Mis episodios favoritos son dos: el primero, cuando los Thundercats salen de Thundera, y al final de esa “temporada” la serie de pruebas que debe pasar León-O para ser elegido Señor de los Thundercats. También recuerdo especialmente el capítulo donde el fantasma de Grunne el destructor, un ex Thundercat, combate con el fantasma de Yaga. Punto aparte son los villanos, desde los mutantes de Plunn-Dar hasta Mumm-ra y los Lunnattacks. Los aliados de los felinos cósmicos también eran bacanes, como Turmagar el Tuska (la morsa), Hachimán (el samurái), Gatonieve, o los inofensivos berbils.

3. Transformers (1984-1987)

Prime vs. Megatron.
Casi contemporáneos a los Thundercats en mi imaginario personal. Me encantaban, también, los Gobots, por ejemplo, pero los Transformers realmente los arrasaron. No solo porque era un alarde de transformaciones y batallas, sino porque la historia detrás de la anécdota era más que interesante. El enfrentamiento entre los Autobots y los Decepticons, la matriz que llevaba Prime en su pecho, y la historia detrás de Cybertron, con los nuevos personajes que luego salieron, era cautivante. Megatron era uno de mis favoritos y odiaba a Starscream. Mis recuerdos también se entremezclan con los muñecos que se pusieron de moda por aquella época. Es una lástima que las películas de Michael Bay no le hagan justicia a tan interesante historia. Mi capítulo favorito, también, es el primero, cuando los Transformers llegan a una Tierra primitiva.

4. Capitán Futuro (1978-1979)

El gran Capitán Futuro.
La historia del Capitán Futuro, esa oscuridad sutil que estaba detrás de todo, incluida la música, los colores, los personajes, con mucha tristeza detrás, por momentos, me fascinó. También los viajes en el tiempo, las dimensiones paralelas y los microcosmos. Curtis Newton, el Capitán Futuro, es la adaptación animada de una serie de relatos de Edmond Hamilton de 1939, de ahí quizá la inspiración “realista” y profunda de la serie. Los textos originales pueden encontrarse en la web. Los personajes son realmente interesantes, desde Otto, el monigote de hule, y el gran Grog, androide y robot, respectivamente, creados por el padre del Capitán Futuro, hasta el profesor Simon Wright, científico que crió al capitán y que ahora sobrevive como un cerebro asistido robóticamente en un pequeño tanque artificial volador. Incluso las mascotas de Otto y Grog, Iki y Doki, tenían su lugar especial en la trama. La nave Cometa, que comandaba el capitán, era también alucinante.

5. Los Pitufos (1981-1990)

Los suspiritos azules.
¿Quién no ha visto los Pitufos? Esa serie creada por el belga Peyo que cuenta las vicisitudes de las criaturitas azules que viven en su secreta aldea en medio de los bosques recogiendo pitufresas. Me gustaba que estuviera ambientada en la edad media, con castillos y caballeros (como Guillermín, si se le puede llamar caballero), con brujos(Gargamel), y todo lo demás. También que representaran una especie de tipología del ser humano, desde el pitufo gruñón, hasta el bromista, pasando por el genio, el filósofo o el tontín. La idea alquimista de Gargamel de transformar 6 pitufos en oro, como una suerte de piedra filosofal, también era seductora. Hasta el nombre del gato, Azrael, es el de un demonio, por lo que los códigos detrás de los pitufos van más allá de muñequitos azules que corretean por el bosque. La frase “Cómo odio a los pitufos” es casi un himno (yo lo suelo usar, transformándolo, en un “cómo odio a los pitucos”). En fin, está de más contar de qué va la serie. Los atraparé aunque sea lo último que haga, lo último que haaga. Lo máximo. Por cierto, odiaba a Pitufina. Qué aburrida.

6. Tom y Jerry (1940-1958)

Gato vs. Ratón.
Geniales gato y ratón. Yo siempre estaba de parte del gato, por supuesto. Odiaba a Jerry, porque nunca podía perder. Una de las mejores cosas de este dibujo, y creo que sigue siendo su gran mérito, es que los personajes no hablan, sino que transmiten todo a través de expresiones faciales o sonidos, como tragar saliva o gritos de dolor o alegría. Está claro que inspiraron a Itchy & Scratchy, de Los Simpsons (deberían darles su propio especio de media hora), incluso siendo los primeros cortos de Tom y Jerry bastante más sanguinarios que los dibujos que luego sacó la Metro (cortando por la mitad a Tom, con pistolas, etc.). Me encantaba cuando aparecía la dueña de Tom, una negra a la que solo se le veían las piernas, y hablaba con ese dejo con el que las caricaturas suelen representar a los africanos. Las pocas veces que Tom habló fueron momentos memorables.

7. Inspector Gadget (Truquini) (1983-1986)

Trucos a más no poder.
El Inspector Truquini era demasiado gracioso. Y sus trucos realmente fascinantes para la mente de un niño. La idea de un inspector “biónico”, que tiene incorporados en su cuerpo decenas de artilugios, es realmente buena, sobre todo cuando muchas veces el uso de estos chiches termina haciéndolo quedar mal. Los gadgets más divertidos para mí eran el “Sal de tu agujero trucohelicoptero”, el láser que tenía en el dedo índice o el clásico inflador que lo hacía rebotar como una pelota por todos lados. El personaje de Capa Audaz es realmente notable y divertido (Vuela, vuela, Capa Audaz), así como la sobrina Penny, que sacaba de aprietos a su tío para escapar de la Garra. Como en otros dibujos, me gustaban los episodios temáticos y también el que el villano fuera casi anónimo, pues nunca se le veía la cara. Es interesante pensar, también, que Penny tenía un “libro-computadora”, desde donde hacía todo, una especie de visión de lo que después sería la laptop (recuérdese que la serie es de 1983). La canción era lo máximo (Go, Gadget, Go, uh, uh!), pero recuerdo que cambiaron la serie traducida como Truquini por la versión española donde lo llamaban Gadget. Ahí perdió bastante, al menos en feeling.

8. Pinky y Cerebro (1995-1998)

¡Vamos conquistar el mundo!
Qué frase más motivadora era cuando Pinky le preguntaba a Cerebro a qué se dedicarían esa noche… a lo que él respondía “Lo mismo que todas las noches, Pinky, tratar de conquistar el mundo”. Pinky y Cerebro empezaron dentro de la genial Animaniacs, también de la Warner como los Looney Tunes, y luego se independizaron. Los geniales laboratorios Acme, siempre presentes en el universo Warner, dan vida a estos ratones genéticamente alterados. Las voces en español son geniales, la tonta de Pinky y la siniestra de Cerebro, aunque al final se nos ofrece una impresión de que Pinky no es tan tonto como parece, siempre la ingenuidad venciendo sobre la vanidad. El episodio que más recuerdo es uno donde Cerebro idea una manera de hipnotizar a toda la raza humana. Genial.

9. Los Simpsons (1989 – hoy)

Humor amarillo.
Tenía que estar la familia más loca y tonta y famosa de Springfield (pueblo cuyo nombre tienen más de una decena de ciudades en Estados Unidos). Ya son más de 20 años con la familia amarilla, y sus divertidos amigos y enemigos, como Flanders, Moe, Barney, Smithers, Crusty, etc., etc. El boom que significaron personajes como Homero y Bart, como íconos de nuestro tiempo, es para destacar, así como la irreverencia de las historias y gags. Como siempre, destaco los capítulos temáticos, como los que hacen en Halloween o Navidad, o los que los llevan de viaje a otras ciudades. La película, si bien fue divertida, no fue lo que se esperaba, quizá un capítulo más, con, eso sí, la espectacular aparición del “Chancho araña”, lo máximo. Odio a Marge, me encanta Lisa, Milhouse es chévere, pero quizá mis personajes favoritos sean Apu, el Sr. Burns y el director Skinner.

10. Robotech (1985)

Un hit japonés.
Esto más que un dibujo es una serie animada en todo el rigor del término. La trama, más para adultos que para niños, es realmente interesante. Situada a fines del siglo XX y comienzos del XXI, el Gobierno Unido de la Tierra trata de lidiar con una gran nave alienígena que cae en medio del mar, de la que extraen el conocimiento tecnológico con el que enfrentarían las llamadas guerras Robotech contra otras razas alienígenas. Los aviones que se transforman en robots, la protocultura (bioenergía), la clonación, la micronización usada para reducir a los gigantes extraterrestres Zentraedi, los viajes hiperespeciales, todo forma parte de un universo bastante complejo y seductor.

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Bonus Track: Otras Maravillas

He-Man y los Amos del Universo.
El mundo de los dibujos es demasiado grande como para obviar otras maravillas que he podido ver en mis 30 años de vida. Empiezo por Los Picapiedras que quizá debieron estar en la lista principal. Es imposible olvidar a Pedro, Pablo, Vilma y Betty. Por otro lado, He-Man era de mis favoritos (incluso She-ra), y de antaño recuerdo a la perfección al Gato Félix y su maletín mágico (pensar que es una animación de 1958). Un dibujo que me hacía levantarme en las mañanitas los sábados era Cobra, que era más para adultos por su temática, con bailarinas desnudas y bares, pero me encantaba la idea del mercenario con su cañón oculto bajo un brazo postizo. De chico también me divertían Los Cazafantasmas, con pegajoso, y en el canal 7 paraba viendo el Fantasma del Espacio, que aún se puede ver en Cartoonetwork (en general, en el Canal 7 había dibujos increíbles, como uno de una familia que regresaba en el tiempo a la prehistoria). También me gustaba Batman, la serie animada de los noventas, con todo el estilo oscuro a lo Frank Miller, y, por qué no, también me enganché en una buena época con Dragonball y su interminable historia, así como con Los Caballeros del Zodíaco, cuya trama mitológica me encantaba. En esa línea, me gustaban también Calabozos y Dragones, especialmente el personaje del Amo del Calabozo, así como los Supercampeones, a pesar de que un partido durara 10 episodios.

lunes, 22 de noviembre de 2010

De todo, como en telenovela...

¿Las telenovelas ya no son lo que eran antes?, es la pregunta que me hago al escribir este post. ¿O es que simplemente he dejado de ver telenovelas? También puede ser. Aunque suene nuevamente a placer culposo, siempre he sido un consumidor de telenovelas, desde pequeño (¿eso explica muchas cosas?), hasta el presente, al menos hasta donde el tiempo me lo ha permitido. Las hay de todas las clases, nacionalidades y destinadas a todos los horarios: matutinas, para el almuerzo, el lonche o el horario estelar. Y las hay de todo tipo y temática, buenas y malas, desde “Dos mujeres un camino”, hasta “Mi gorda bella”, pasando por “Pedro El Escamoso”, “Cuna de lobos”, “Amigas y Rivales”, “Las Juanas”, “Natacha”, “Quinceañera”, “Carmín”, “Luz María” o “El Clon”. Seguramente dejaré escapar en la lista que viene muchas novelas, pero desde ya advierto que odio las venezolanas y las mexicanas en general, por lo que han quedado descartados grandes clásicos, como “Los ricos también lloran”, “Rosa Salvaje”, “Topacio” o “Rubí”, así como la serie de telenovelas que sacó Thalía, por decir algo. Aquí, pues, el listado (no ranking, en realidad de ahora en adelante preferiré no jerarquizar las listas, sino simplemente enumerar todo aquello que me ha llamado o llama la atención) de los “culebrones” que más recuerdo. Quizá coincidamos en alguna o en varias, ojalá se animen a compartir sus propias favoritas. Repito, la numeración es meramente circunstancial. El orden es aleatorio. Por cierto, no menciono “El color del pecado” porque ya la mencioné en un post anterior.


1. Vale todo



Telenovela de leyenda.
Creo que no exagero si digo que esta novela de 1988 paralizó Brasil y, luego, Lima y cuanta ciudad la transmitiera. Cómo no recordar la historia de Regina Duarte y Gloria Pires, como madre e hija enfrentadas, especialmente el papel de Pires (María de Fátima), que ha sido considerado por muchos como “la peor hija de la TV”, vendiendo a su propio hijo o dejando en la calle a su madre. También con la presencia del gran Alberto Fagundes y de Beatriz Segall, que interpretaba a la malvada Odet Roitman, quizá la mayor villana que se recuerde. La banda sonora y videos de la cuña inicial también marcaron época (ver video) en esta genial telenovela. Personalmente, por más villana que fuera, moría por Gloria Pires, una villana guapísima, que compartía mis preferencias con la preciosa Malú Mader (También hicieron una gran novela juntas, y con Fagundes, “El dueño del mundo”, que vale la pena mencionar). En fin, ojalá repitan “Vale todo”.

2. Amor en silencio

Buenfil y Peniche.
En 1988 también irrumpieron en la pantalla chica una serie de personajes que quedarían grabados en mi memoria y, quién sabe, en la de muchos que lean esto. Erika Buenfil, las peruanas Patty Pereyra y Saby Kamalich, Arturo Peniche, Omar Fierro e incluso Laura León y Alaska, en la telenovela “Amor en silencio”, se ganaron mi corazón. Como recordarán los que la vieron, está contada en dos partes, primero el amor entre Marisela (Buenfil) y Fernando (Peniche), que tiene un trágico final (la escena de la boda es especialmente recordada), y luego la de Ana (Buenfil, haciendo de su hija) y Ángel (Fierro), el sordomudo que vive “su amor en silencio”. La canción de la novela también se hizo bastante conocida, según recuerdo. Creo que es la única telenovela mexicana que realmente me ha gustado (junto con el Bonus Track de más abajito). ¿Será porque tenía menos de 10 años? No lo sé, pero punto para “Amor en silencio”.

3. La reina de la chatarra

Divertida y recordada.
Nuevamente Regina Duarte en una gran novela. Nuevamente Antonio Fagundes y esta vez también con la presencia de Tony Ramos como el antagonista amado, Edu, y el gran Raul Cortez, como Jonás, el misterioso mayordomo. Es recordada la escena del primer capítulo donde en una cena de gala por el fin del colegio los alumnos se burlan de María do Carmo (Duarte), especialmente Edu, el popular de la promo y amor escondido de María, poniéndole un cartel en la espalda con “Reina de la Chatarra” y echándole finalmente encima basura desde el techo (ver video, a partir del minuto 3). Una historia de humillación por su clase social, pero también una trama de venganza, en donde Do Carmo busca, con el imán del dinero, desquitarse de Edu, quien finalmente se enamora de verdad. Muy divertida además. Mis recuerdos se remontan a 1990-1991, cuando fue estrenada en el Perú.

4. Isaura, la esclava

Isaura, versión 2004.
La versión de 2004, que se vio por aquí al año siguiente me parece, pues la versión original es patrimonio de mis padres y abuelos y, claro está, nunca la vi. Me gustan las novelas de época, como Luz María, por ejemplo, y la historia de este clásico brasileño da en el clavo: la esclavitud, las haciendas, los caballos, el café, los capataces y las tabernas terminan siendo un gran escenario para la historia en pos de la libertad y el amor de la bella esclava blanca Isaura, interpretada por Bianca Rinaldi, que a la vez busca escapar con desesperación de los morbosos intereses de su “amo” Leoncio. La recuerdo especialmente porque coincidió con una época de “transición de trabajos”, por lo que a la hora del almuerzo terminaba viéndola con mi madre. Isaura está basada en un libro del movimiento romántico brasileño escrito por Bernardo Guimarães.

5. El duende azul
Pimpinela en la TV.
Sí, "El duende azul", búrlense si quieren, tienen todo el derecho. Esta debe ser la primera telenovela que vi, me parece allá por 1987, a la tierna edad de siete añitos. La historia llevada adelante por los hermanos Pimpinela, Lucía y Joaquín, hermanos separados por el destino, cada uno con la mitad de un duendecito, me parece, y su final y esperado reencuentro. Creo recordar que fue un boom, pero no podría jurarlo. También recuerdo que me caía bien el personaje de Joaquín Galán, “Joaquín”, que era buena onda y un tontonazo (ja-ja). También era la época en que empezaba a comprender que había países en los que se hablaba con otros dejos. Cosas de niños.

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Bonus Track
El pecado de Oyuki
Un boom de Canal 7.
Aunque muchos piensan que este boom del Canal 7 era una novela verdaderamente japonesa, en realidad era una producción de Televisa de México, la única, quizá, de “temática internacional”, basada, además, en una historieta romántica mexicana. Fue adaptada a la televisión en 1988 (parece que ese año la industria de las telenovelas fue un hit), narrando la vida de Oyuki Ogino, una geisha arrasada por la injusticia y el maltratado de su malvado hermano, quien se aprovecha de su belleza para lucrar y mantener sus vicios. Ambientada a fines del siglo XIX y principios del XX en una pequeña aldea japonesa, la historia es realmente trágica. Cuando por fin Oyuki logra librarse de la opresión, por el cortejo de un inglés, su hermano termina matándolo accidentalmente y huyendo, siendo Oyuki la que termina condenada a 20 años de prisión. Solo luego de 15 años de encierro puede exculparse a la ex geisha para que se reencuentre con su hija mitad inglesa, mitad japonesa. El presupuesto en maquillaje, está de más decirlo, fue cuantioso. Cabe decir también que fue un éxito en Japón y el propio Hiroito convocó a la protagonista para felicitarla por su interpretación. Quizá el programa con más sintonía de Canal 7 ever.

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Las que no vi

Un éxito que no pude ver.
1. Los ricos también lloran

2 . Betty, la fea

3. Colorina

4. La próxima víctima

5. Corazón salvaje

viernes, 12 de noviembre de 2010

Hijas de la lágrima

Volvemos al cine después de varias semanas, pero con un enfoque un tanto distinto. ¿Qué películas han provocado lágrimas al verlas? En mi caso, este tema linda peligrosamente con el de placeres culposos, porque en mi experiencia ha habido películas que me han hecho soltar lágrimas más de una vez y no necesariamente me siento orgulloso de eso, por decir algo. Cuando vean la lista se darán cuenta a qué me refiero y por eso mismo el orden en el que están las películas es absolutamente aleatorio. Debo confesar por otro lado que soy una persona de lágrima fácil, y de eso no sé si sentirme orgulloso, pero me gustaría verlo por el lado de que algo de sensibilidad revela, más que de debilidad, como la ley machista ordena. ¿Los chicos no lloran? ¡Por supuesto que lloramos!

1. Un mundo perfecto

Bud y "Buzz".
El gran Clint Eastwood hizo que cayera rendido ante esta historia en la que Bud, interpretado por Kevin Costner, y el pequeño niño "Buzz", huyen por la carretera en una particular situación de secuestrador-rehén, que en realidad es un viaje -road movie- de aprendizaje mutuo. A riesgo de malograrle el final a quien no haya visto este clásico eastwoodiano, este es especialmente emotivo, con un Bud más humano que nunca, la lágrimas de Buzz, la postal de Alaska, la indignación de Clint, y el prado donde todo culmina. Esta película es emocionante por donde se la mire, te mantiene con el corazón en la boca (y las lágrimas por salir) en la escena con la familia a la que Bud ata y obliga al padre a decirle te quiero a su hijo maltratado (en una situación digna de análisis para Freud), que termina con el pequeño Buzz usando la pistola y, en especial, aquella escena donde, disfrazado de Gasparín, el niño suelta un ¡Boo! que derrite al corazón más helado. Reto a todo aquel que vea Un mundo perfecto a que me diga que no se ha emocionado al menos con esa máscara de Gasparín. 

2. Forrest Gump
Escena cumbre y lacrimógena.
Sí, Forrest Gump, así como lo leen. Y varias veces. Durante una época, del 94 a por lo menos el 2000, cada vez que veía Forrest Gump, en cable o en Canal 2, no podía evitar llorar en una escena en particular, aquella en la que Forrest está dando un discurso en Washington luego de su participación en Vietnam, y entre la enorme multitud se escucha el grito de su Jenny, a quien no veía desde antes de la guerra, y los dos van al encuentro del otro, y se funden en un abrazo en la clásica toma de D.C. en medio del agua. Me hizo llorar la primera vez y las diez que siguieron, sin remedio. Me sentía un tonto pero lo hacía. Ahora, luego del desgaste de haberla visto mil veces, he logrado cerrar el caño y no llorar más. Y pensar que me sigue pareciendo un robo que el Oscar no se lo llevara Pulp Fiction. ¿Placer culposo? Definitivamente.

3. Estación Central 
Gran Fernanda Montenegro.
Recuerdo haber salido del cine con unos lagrimones enormes. La escena final del tren, y la oscuridad, y la música in crescendo, no hicieron más que catalizar toda la emotividad acumulada durante el resto dela película. Confieso que no la he visto muchas veces más desde que la vi por primera vez. Pero tengo grabada la escena final y todo lo que sentí y lloré. Gran Fernanda Montenegro, en su personaje a lo largo del film. Igual su contraparte infantil. Al igual que en Un mundo perfecto, parece que las relaciones ente adultos y niños me tocan de manera especial. Un tema que no salió nunca en mis tres años de psicoanálisis. Gran película, lágrimas justificadísimas, me muero de ganas de verla de nuevo, luego de varios años sin hacerlo.

4. Titanic
Jack y Rose congelándose.
¿Otro placer culposo? La típica escena de Di Caprio y mi adorada Kate Winslet en medio del mar helado, tiritando y el Rose, Rose, Jack, Jack. Y la canción de Celine Dion. Que levante la mano quien al menos no se sintió tentado, en el cine, a soltar su lagrimón con My heart will go on y la despedida final de esta parejita. Vamos, es una buena película, quizá un poco cursi, pero nada, que me hizo llorar.

5. El señor de las moscas
Piggy y Ralph.
Al grano: la historia de los chicos que naufragan en una isla (me fascinan las historias de islas, por cierto) y van cediendo ante las tentaciones de la barbarie, ante lo que los humanos llevamos dentro, me hizo emocionarme e incluso llorar cuando aquella gran piedra le cae encima a Piggy, esa voz sabia que recorre toda la película, una voz sabia dentro de un cuerpo débil y regordete, disminuido por una mala vista. ¿Cómo no emocionarse cuando Piggy llora desconsolado al rompérsele sus lentes o cuando se los roban los Cazadores para poder hacer fuego con ellos? Un buen amigo al que le comenté mi lista y que no lloró ni por asomo con esta película me dice que quizá yo sí lo hice porque me identificaba con Piggy. Una buena broma, pero en parte tiene razón. Y también con Ralph, el último sobreviviente cuerdo y por eso mismo frágil en ese contexto. La impotencia ante la injusticia, ante la barbarie que se va apoderando de los niños, el no poder hacer nada al respecto y sufrir las consecuencias, todo eso me agarró y me sigue agarrando cada vez que veo la película, aunque solo lloré la primera vez. También me emocioné con el libro, quizá más, porque en este lo vives más, las descripciones de Golding son fuertes, líricas, reales. El libro, sin embargo, me emocionó, pero no me hizo llorar. Aún me pregunto por qué.

6. Milagros Inesperados
"Lamento ser lo que soy".
No podia dejar de mencionar The Green Mile, de Frank Darabont, basada en una novela de Stephen King. Cuenta la historia de John Coffey, quien es encontrado con dos pequeñas ensangrentadas en sus brazos, y es condenado a recorrer la milla verde, es decir, es sentenciado a muerte. Coffey es un milagro de Dios, dueño de dones curativos y emocionales, una fuerza de la naturaleza, de más de 2 metros de alto, un negro enorme y bestial que sin embargo guarda el alma de un niño inocente y sabio que le teme a la oscuridad. Intentó evitar la muerte de las pequeñas y fue condenado por un crimen que no cometió. Logra una relación especial con el jefe de la milla, interpretado por Tom Hanks, quien finalmente se ve obligado a llevar adelante la pena, llevándolo a la silla eléctrica. La escena en la que John Coffey es ejecutado, mientras todos los guardias de la milla lloran, es especialmente emocionante. "Todos aquí me odian, siento su odio como picaduras de abeja", dice Coffey. Vale la pena que esta lista de 5 tenga su número 6.

Bonus Track: Muerte en Venecia
Tadzio, la belleza y la muerte.
Creo que esta película merece un apartado especial. Para empezar, es la única historia que me ha hecho llorar tanto en su versión fílmica como en su versión original literaria. Tanto Visconti como Mann tocaron fibras. La angustia del personaje, el contrapunto entre la decadencia y la belleza, no solo presentes, ambas, en Venecia, sino también por un lado en Aschenbach y por otro en el joven Tadzio. La escena en particular, como el climax ante todo lo descrito, es la escena final de la muerte de Aschenbach en la playa a manos del terrible cólera, con el sudor derritiendo su maquillaje, mientras observa a lo lejos los gráciles figurines de su amado Tadzio, efebo que se sabe observado y que se despide así de la playa, del mar, del sol ya por agonizar, como el doctor, que finalmente cae en la arena y muere. Top 1 ever.

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¿Y libros? 
Soldados de Salamina, de Javier Cercas
Obra maestra.
Además de Muerte en Venecia, el otro libro que me ha hecho llorar es la obra maestra de Javier Cercas. Ciertamente, es más fácil encontrar el llanto con los medios audiovisuales como el cine o la televisión (lloré con la muerte de Charlie en la tercera temporada de Lost). Pero, ¿llorar con un libro? Te debe tocar bastante en el nervio lo que se dice, y como se dice, para llorar, sobre todo porque los libros no tienen bandas sonoras e imágenes que estimulen, al menos no explícitamente. Varias veces he estado a punto de soltar mi lagrimón con algunos libros, pero vaya esta mención al que me hizo llorar sin tapujos en sus últimas 30 vertiginosas páginas: Soldados de Salamina. Una historia que emociona, y sobre todo una manera de contarla, un ritmo ante el que caí rendido al final, una historia personal, un soldado que pudo ser, un hombre mirando las lunas oscuras de un tren en movimiento observando su reflejo en la noche. Lágrimas.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Hay covers y covers...

Como ha escrito en 31 canciones Nick Hornby, escritor inspirador de este blog, existe el arte de la interpretación. Pensar que la versión de otro cantante de un original no es algo auténtico y que es algo inevitablemente inferior es, al final, un error. A veces las versiones mejoran el original o lo igualan pero transformándolo en algo distinto, con otro sentimiento, porque a veces “la reverencia por una canción dignifica” las versiones primigenias, dotándolas de aristas que sus autores no le dieron, enriqueciendo la experiencia de quien escucha. Sin embargo, siempre hay quienes meten la pata, a sabiendas o sin darse cuenta. Por eso en esta lista sobre covers empiezo por lo malos, porque no hay cosa peor que ver (o escuchar) cómo se pulveriza una obra de arte y mucho más doloroso aún cuando es, generalmente, en nombre de una industria para ganar dinero. ¿Se imaginan el Quijote, Conversación en La Catedral o Los Miserables reescritos al estilo Paulo Coehlo? Felizmente en literatura no se pueden hacer covers. Si no, pasaría esto:

1. Hello Goodbye, por The Jonas Brothers



Sublime canción de The Beatles hecha puré por el boom adolescente del momento, los cada vez más odiosos Jonas Brothers. Para quien no la ha oído haga click en el vínculo para escuchar este cover, aunque sea como curiosidad antropológica. Lennon y George deben estar revolcándose en su tumba. McCartney y Ringo: ¿cómo diablos permiten esto? A los Jonas no hay que decirles hello, evidentemente, sino goodbye, goodbye.

2. (I can’t get no) Satisfaction – Britney Spears

Frente a esta versión de la gran canción de The Rolling Stones, el cover que la Spears hizo de I love rock and roll, de The Arrows, parece bueno (siendo bastante malo). Realmente esta chica sí que sabe cómo convertir versiones originales en “éxitos pop” de bajisima calidad. Britney, lo tuyo no es el rock, entiéndelo. Y no, no nos satisface.




3. These boots are made for walkin’, por Jessica Simpson

Botas pisoteadas.
Este cover, que más parece una destrucción que una canción, me molesta especialmente porque la clásica canción de Nancy Sinatra sencillamente me fascina. Es una de mis canciones favoritas de todos los tiempos. Y, bueno, aquí Jessiquita, siguiendo los pasos de Britney, la hace papilla, metiéndole una onda ranchera supuestamente sexy que le quita todo lo sensual que tiene la original. ¿Are you ready boots? Para esta masacre, no, esas botas nunca lo estuvieron.

4. My Generation, Hillary Duff

Generación corrompida.
Esta lista de los peores covers en realidad se ha vuelto bastante terrible de realizar, al tener que escuchar otra vez algunas canciones que prometí no volver a escuchar la primera vez que me destruyeron el oído. Al ver el video de esta versión de la afamada canción de The Who por la diva pop Hillary Duff solo se me viene a la mente una palabra: ¡aberración! Definitivamente la onda pop de la Duff no era lo que The Who estaba pensando cuando creó My Generation. Hillary, por favor, entiende: ¡esa no es tu generación!

5. A quién le importa, por Thalía

Himno manchado.
El himno de Alaska convertido en griterío amexicanado, casi casi cual barra de equipo de fútbol, por la inefable Thalía. Realmente esta versión de la mexicana es como para taparse los oídos, no solo por la malísima re-interpretación del original, sino porque suena a simples alaridos. ¿A quién le importa este mal cover? ¡A mí y apuesto que a muchos!



Juanes y sus "homenajes".
Bonus Tracks

6. Se me olvidó otra vez, la clásica ranchera de Juan Gabriel convertida en vomitiva versión a manos de la no menos vomitiva banda Maná.

7. De música ligera, ante la terrible situación del maestro Cerati un oportunismo de Juanes que, además de desentonar, comete el error de hacer homenajes antes de tiempo.

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¿Y los buenos covers?

Las siguientes canciones, de las que no haré ningún comentario adicional, no necesariamente son mejores que las originales que las inspiraron, pero lo que las caracteriza es que son versiones buenas, decentes, enriquecidas, que el oyente –en este caso yo- agradece que se hayan hecho. El orden de la lista es aleatorio y la elección absolutamente personal.

1. Apuesta por el rock and roll, por Héroes del Silencio (canción original del grupo Más Birras)



2. Twist and shout, The Beatles (grabada originalmente por The Top Notes)

Cocker en Woodstock 1969.
3. Police and thieves, The Clash (originalmente un reggae del jamaiquino Junior Murvin).

4. With a little help from my friends, Joe Cocker (canción de The Beatles que Cocker hizo famosa en Woodstock, darle click al link)

5. Veneno en la piel, por Andrés Calamaro (original de Radio Futura, ¿habría que hacer una mención honrosa para Semilla negra por La liga del sueño?).