1.- La comida, la comida y la comida.
Sé que suena a clisé, sobre todo a clisé peruano. Pero en ninguna parte se come como en el Perú. Ni Argentina ni España ni siquiera Italia tienen comparación, por citar solo 3 países que he visitado. Muy bien, la paella. Perfecto, la pastita, la parrilla, los spaguetti. Pero para el día a día, para el para siempre, si se quiere, no me veo comiendo ñoquis a la bolognesa o chorizo con pan, pues ¿no? Me da un ataque. Mi primera sorpresa sobre esto fue el día del debut del desayuno de la residencia de estudiantes donde estuve: en una canasta muchos, muchísimos tomates, frescos, como sacados del huerto, al lado de la leche, el cereal y el pan. En el desayuno, repito. Y luego comprendí: cortar el tomate, y untarlo, así como manzana aguada, en
el pan, con pepas y todo. Un poco de sal y listo. Otras costumbres. De hecho, era rico, con su aceite de oliva. Pero digamos que prefiero un chicharronazo o su buen tamalito. Eso sí, como los sánguches de calamar de Madrid no hay. Al César lo que es del César. Pero en el Perú no hay comida mala, así que ganamos.
2.- Que entiendan mis palabras que, para otros, son jerga inentendible
Uno se pasa toda su vida pensando que lo que le enseñaron a hablar, incluso si no es
una jerga, es lo que vale para todos, en todos los lugares. Luego viajas y te das cuenta que, por ejemplo, "ir de frente" no es ir recto, sino caerse de cabeza, o que un carro no es un automóvil sino una carreta o, en su defecto, algo más parecido al cochecito de un bebé que a un BMW. O que se rían si dices "un cuarto para las 12" en lugar de "12 menos cuarto". Hay mucho de localismos en este tema, pero el punto es que te das cuenta de que es un localismo cuando estás fuera. Lo máximo que he estado fuera del país ha sido tres meses por una beca de intercambio cortita, pero ese breve tiempo sirvió para desesperarme un poco por no hacerme entender o que me malinterpreten. Más o menos si un mexicano viene aquí y se le da por decir cacha la pelota, guey, cacha la pelota. Cabe añadir que esto también sucede a la inversa, cuando escuchas palabras que
para ti siempre significaron algo y que, de pronto, en tu estadía fuera, tienes que aprender a que significan otra cosa, como "mono", que para mí era un sinónimo de simio, vamos, de Chita o de King Kong, y para los españoles era simplemente lo que para nosotros es un buzo, que para ellos remite a los que buscan cosas debajo del mar, por supuesto.
3.-Parar un taxi o un bus en cualquier parte de la pista (y no hacer cola y bajarte donde quieras)
Esto también se basa en la experiencia personal. Mucho primer mundo y mucho orden y mucho Europa, pero caray, que "coñazo", como dicen ellos, tener que hacer cola para subirte a un bus o tener que parar un taxi en un paradero. Además está el tema que no puedes bajarte donde te dé la gana, sino solo en los paraderos, sobre todo en los autobuses. Si tu destino está entre dos paraderos separados por 30 cuadras te jodiste: a caminar 15 cuadras. No niego que esto le da orden y contrasta con nuestro caos particular, pero creo que si me fuera a vivir, aunque me linchen, extrañaría un poco a las combis (aunque ya no las tome mucho, nada, diría), y al patita que dice lleva-lleva o sube-sube. ¡Al menos te dejan en tu esquina! Supongo que si leo esto en una semana me arrepentiré de haberlo escrito, así que mejor centrémonos en lo otro: que hagan más paraderos en el primer mundo para bajarnos cerquita de nuestro destino. ¡Y sin colas!
4. El precio de los taxis
Si vemos más abajo, mi amigo Lúcar menciona en su lista personal "regatear con los taxistas"
. Yo voy a algo más simple: el precio. Extraño como loco cada vez que viajo al exterior, sobre todo si es Europa (no conozco EE.UU.), el costo del transporte personalizado en un auto de otra persona u empresa. Es decir, no transporte público, sino un carro en el que llegas con comodidad y rapidez a tu destino. ¡Y es un horror total que cueste lo que cueste! Ver al taxímetro avanzar, a diferentes velocidades según si es de noche, de día, en parada o en camino, inexorablemente hacia una cifra que te destruirá la billetera. Tan es así que al volver al Perú, por un mes al menos, sientes que los taxistas peruanos te regalan la carrera. Te olvidas de regatear. Te dicen 10 soles de Miraflores a San Isidro y dices "sí" sin chistar, pues has venido acostumbrado que una
carrera como esa te costaría el triple o más si siguieras en tal o cual país. Claro, pasado un mes te olvidas y vuelves a renegar de lo caros que están los taxis y empiezas a regatear otra vez. Algo parecido sucede cuando viajamos al interior, pero a la inversa, pues en Cusco, digamos, un taxi a cualquier parte te sale entre 2 a 3 soles. Al regresar a Lima sientes que estás en NY por abusivos. Son cuestiones de perspectiva.
5.- La noche limeña
Aunque todo el mundo dice que en Lima no hay nada que hacer, yo creo que sí, que en el fondo,
a pesar de nuestras quejas, hay mucho, mucho que hacer. Aunque se diga que vayas a donde vayas te encuentras con alguien, y muchas veces esa persona es alguien a quien no te quieres encontrar, yo digo que sí, que encontrarse con gente no está tan mal, que pueblo chico, infierno grande, y eso es desde muchos puntos de vista divertido, muy divertido. Encontrar qué hacer en Lima es cuestión de buscarlo o simplemente esperar a que te llamen o dar una vuelta o decidirte exactamente qué te provoca: pachanga maligna, recuerdos ochenteros, un pub tranquilito, trova de imitadores con vino en mano, piscos en el centro, noche darkie, huecos barranquinos de 2 lucas la entrada y DJ's hasta las 6am, la mareante marea de los conos, perreo, fiestas de cumpleaños de Depeche Mode o de Morrissey, electrónica, ambiente, etc, etc, etc. Lima ofrece una riqueza que a veces no sabemos ver. Supongo que si escudriñamos otras ciudades encontraremos eso, y más, mucho más. Para empezar un ambiente cosmopolita en todos los sentidos. Pero esa multiplicidad de Lima sumada a su cariz tradicional, anacrónico, de siempre lo de siempre, es algo que yo sí extrañaría. Tomarme una chela con su jamón del norte en el Juanito no tiene precio.
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BONUS TRACK
LO QUE NO EXTRAÑO
El precio altísimo de los libros y de los discos, que en otros países -aunque no necesa
riamente en todos- son bastante más bajos que aquí. Y además con mayor variedad para escoger. Tampoco extraño la inseguridad al caminar, pues en otros países, en mayor o menor medida, puedes dar un paseo sin preocupaciones o al menos sabes con mayor certeza en donde corres peligro y en donde no. Antes hubiera puesto la mayor cantidad de conciertos y espectáculos, cosa que ya está mejorando al menos en Lima. Tampoco extrañará a Magaly Medina ni a Cipriani ni a Gisela ni a los apristas ni a las vedettes ni los ampays, aunque supongo que serían reemplazados por la prensa del corazón o la cochina política de otros lares. Los programas que me gustan, además, y las noticias que quiero seguir, se pueden ver por Internet, youtube, etc.
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LISTA INVITADA: ERNESTO LÚCAR en NY
Repito, cito de memoria:
1) La botella de Litro 100 (alias Margarito). Y muchas cosas relacionadas, como hacer
previos en la bodega de la esquina o en el grifo, o el simple placer de caminar por la calle con tu botellita de Cusqueña 330 ml en mano. Y pensar que en NY tienes que dar un dólar de propina al barman por cada chela que compras...
2) Regatear con los taxistas. Esto puede extenderse a todos aquellos que viven en países donde rige el yugo del taxímetro. Digamos que el "no te pases compare'" o "6 lucas pes causa, si estamos en el mismo distrito", no aplican en los cabs gringos.
3) El Chifa. La comida china gringa no es lo mismo que su peruanada, su arroz chaufa con sazón criolla e incluso acaramelado (¡el del Caplina!), o su kamlú wantán. Chijaukay debe ser una mala palabra en NY o una traducción literal de gallina dulce, o algo así
4)Los DVD's pirata. De cine, ojo. Mi amigo Lúcar si es de comprarse originales cuando se trata de música, pero sí, pues, tener que comprarte originales de pelas para verlas una vez (o alquilarlas), debe ser jodidísimo, sobre todo si sabes que al comprar una pela pirata de Avatar no estás volviendo precisamente pobre a James Cameron.