1. Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes, 864 págs, 2 tomos.
Me avergüenza decirlo, pero sí: el gran Quijote, clásico de clásicos. Pero también un libro divertido, un tema que no pierde vigencia con el paso de los siglos, un humor fino que en realidad es un pecado haberlo dejado en la no tan temprana página 351. Mi marcador aún está ahí, durmiendo entre la 350 y la 351, como queriendo decirme “tienes que terminarlo, tonto”. Así lo encontré hace unos minutos en mi biblioteca, en busca de libros dejados a medias. La razón de mi abandono evidentemente no es por falta de calidad, ni por un lenguaje intragable. Ni siquiera por falta de entretenimiento habiéndome reído a más no poder en varios capítulos con sus geniales personajes. Simplemente fueron circunstancias que ya ni recuerdo, descuido de seguro. El Quijote es mi número 1 en esta lista sí o sí.
2. Los miserables, Victor Hugo, 1.456 págs, 2 tomos.
Me apasiona la historia del sufrido Jean Valjean y del implacable inspector Javert, la revolución francesa y las guerras napoleónicas, la injusticia redimida por la bondad y el perdón, la fuerza de la voluntad a través de los años. Me gustaron las dos versiones cinematográficas que vi, y también el magnífico ensayo de Vargas Llosa así como por supuesto la novela original. Sin embargo, algo hizo que no pudiera acabarla. Quizá saber cómo terminaba la historia, quizá por las fabulosas pero interminables descripciones de batallas y situaciones (virtud en este clásico universal, para nada defecto), y otra vez por las circunstancias en las que la leí, cansancio nocturno, voluminosidad de los dos tomos, etc. Llegué a una respetable página 130, a inicios del segundo tomo, es decir, a la página 976 del total. Es, sin duda, una deuda que tendré que saldar pronto.
3 . La condición humana, André Malraux, 302 págs.
Este es un libro que he intentado leer, hasta ahora, tres veces. Las tres tuve diferentes progresos, todos desde cero: pág 50, pág 75, pág. 121. Y a cada intento me terminaba gustando la historia más. La profundidad de los diálogos, muchas veces crípticos, las descripciones preciosistas, bellas, tan reales que parecía que estuvieras ahí, presto para tocar, ver u oír tal o cual cosa, situación o personaje. No sé, simplemente creo que no estaba listo para leer esta genialidad de Malraux, compleja como su propio título lo indica, en ninguna de las tres oportunidades en las que lo intenté, la primera de ellas a los 18 años (impulsado por recomendaciones varias). Estoy seguro de que el siguiente intento podré terminar esa edición de lujo que, con mis propinas, logré comprar hace ya 12 años.
4 . Mientras agonizo, William Faulkner, 244 págs.
Teoría de los vasos comunicantes. Faulkner me deslumbró por su maestría técnica, que ya había disfrutado en El oso. Escrita en tan solo seis semanas, me fue atrapando la historia casi tragicómica de esta familia que pierde a su matriarca y lleva su ataúd por el sur estadounidense para enterrarla donde ella deseaba. Capítulo tras capítulo, voces que se vuelven otras y que incluso vienen del más allá, una historia que va siendo narrada desde diferentes puntos de vista, pero yo, lector ingenuo, pensé que podía terminarla de a pocos, antes de dormir, y terminé confundiéndome, perdiéndome. Definitivamente no es para leerlo a retazos, sino de un tirón, novela difícil esta, para mí al menos. Estoy seguro de que la próxima vez que agarre el libro que sigue al lado de mi cama llegaré más allá de la página 111, hasta el final. Lo prometo.
5 . Ponche de ácido lisérgico, Tom Wolfe, 456 págs.
Que me caiga muerto si no considero esto un pecado. Adoro a Tom Wolfe. He leído sus grandes clásicos como La izquierda exquisita, El Nuevo Periodismo, El Periodismo canalla, incluso La hoguera de las vanidades… pero con este libro sí que no pude. Tremenda la historia de Ken Kesey, el autor de One flew over the Cockoo’s nest (Atrapado sin salida), con Neal Cassady (el legendario Moriarty de On the road de Kerouac), conduciendo el autobús beat de los “bromistas” en un road-book digno de Allen Ginsberg, amigo de sus protagonistas, por cierto. Y esto sumado a la prosa loca, desenfadada, encantadora, galopante de Wolfe. Hasta ahora me pregunto por qué no pude terminarlo, por qué llegué solo a la página 133. ¿Por qué terminé Oswald, de Mailer, que supera las 900 páginas, y no este, que es más corto y de un autor que me gusta incluso más que mi adorado Mailer? Es como en los cuatro libros anteriores, quizá no fue el momento. Ya vendrá, Tom, ya vendrá.
---
BONUS TRACK
La casa de los espíritus, Isabel Allende, 454 págs.
En este caso, creo que el único de toda la lista, y quizá por eso su calidad de “bonus”, dejé el libro a la mitad a propósito. Ya no podía soportar el empalagoso estilo de Allende, el engorroso argumento y, sobre todo, el sinfín de insufribles similitudes con Cien años de soledad, salvando las grandes, grandísimas distancias, y eso que Gabo no me gusta demasiado. Sé que a muchos le gustan los libros de Isabel Allende y sobre todo este, su “primera y gran obra”, pero para mí fue una experiencia insoportable, que me indignó. Hice el esfuerzo por terminarla, porque fue un regalo de unos buenos amigos españoles que querían “sacarme un prejuicio”. Pero no pude. A la página 192, todo un milagro, dije basta. Aún sigue ahí el marcador que también ellos me regalaron, una imagen de la cueca chilena, y seguirá ahí, sin moverse, para siempre.
2. Los miserables, Victor Hugo, 1.456 págs, 2 tomos.
Me apasiona la historia del sufrido Jean Valjean y del implacable inspector Javert, la revolución francesa y las guerras napoleónicas, la injusticia redimida por la bondad y el perdón, la fuerza de la voluntad a través de los años. Me gustaron las dos versiones cinematográficas que vi, y también el magnífico ensayo de Vargas Llosa así como por supuesto la novela original. Sin embargo, algo hizo que no pudiera acabarla. Quizá saber cómo terminaba la historia, quizá por las fabulosas pero interminables descripciones de batallas y situaciones (virtud en este clásico universal, para nada defecto), y otra vez por las circunstancias en las que la leí, cansancio nocturno, voluminosidad de los dos tomos, etc. Llegué a una respetable página 130, a inicios del segundo tomo, es decir, a la página 976 del total. Es, sin duda, una deuda que tendré que saldar pronto.
3 . La condición humana, André Malraux, 302 págs.
Este es un libro que he intentado leer, hasta ahora, tres veces. Las tres tuve diferentes progresos, todos desde cero: pág 50, pág 75, pág. 121. Y a cada intento me terminaba gustando la historia más. La profundidad de los diálogos, muchas veces crípticos, las descripciones preciosistas, bellas, tan reales que parecía que estuvieras ahí, presto para tocar, ver u oír tal o cual cosa, situación o personaje. No sé, simplemente creo que no estaba listo para leer esta genialidad de Malraux, compleja como su propio título lo indica, en ninguna de las tres oportunidades en las que lo intenté, la primera de ellas a los 18 años (impulsado por recomendaciones varias). Estoy seguro de que el siguiente intento podré terminar esa edición de lujo que, con mis propinas, logré comprar hace ya 12 años.
4 . Mientras agonizo, William Faulkner, 244 págs.
Teoría de los vasos comunicantes. Faulkner me deslumbró por su maestría técnica, que ya había disfrutado en El oso. Escrita en tan solo seis semanas, me fue atrapando la historia casi tragicómica de esta familia que pierde a su matriarca y lleva su ataúd por el sur estadounidense para enterrarla donde ella deseaba. Capítulo tras capítulo, voces que se vuelven otras y que incluso vienen del más allá, una historia que va siendo narrada desde diferentes puntos de vista, pero yo, lector ingenuo, pensé que podía terminarla de a pocos, antes de dormir, y terminé confundiéndome, perdiéndome. Definitivamente no es para leerlo a retazos, sino de un tirón, novela difícil esta, para mí al menos. Estoy seguro de que la próxima vez que agarre el libro que sigue al lado de mi cama llegaré más allá de la página 111, hasta el final. Lo prometo.
5 . Ponche de ácido lisérgico, Tom Wolfe, 456 págs.
Que me caiga muerto si no considero esto un pecado. Adoro a Tom Wolfe. He leído sus grandes clásicos como La izquierda exquisita, El Nuevo Periodismo, El Periodismo canalla, incluso La hoguera de las vanidades… pero con este libro sí que no pude. Tremenda la historia de Ken Kesey, el autor de One flew over the Cockoo’s nest (Atrapado sin salida), con Neal Cassady (el legendario Moriarty de On the road de Kerouac), conduciendo el autobús beat de los “bromistas” en un road-book digno de Allen Ginsberg, amigo de sus protagonistas, por cierto. Y esto sumado a la prosa loca, desenfadada, encantadora, galopante de Wolfe. Hasta ahora me pregunto por qué no pude terminarlo, por qué llegué solo a la página 133. ¿Por qué terminé Oswald, de Mailer, que supera las 900 páginas, y no este, que es más corto y de un autor que me gusta incluso más que mi adorado Mailer? Es como en los cuatro libros anteriores, quizá no fue el momento. Ya vendrá, Tom, ya vendrá.
---
BONUS TRACK
La casa de los espíritus, Isabel Allende, 454 págs.
En este caso, creo que el único de toda la lista, y quizá por eso su calidad de “bonus”, dejé el libro a la mitad a propósito. Ya no podía soportar el empalagoso estilo de Allende, el engorroso argumento y, sobre todo, el sinfín de insufribles similitudes con Cien años de soledad, salvando las grandes, grandísimas distancias, y eso que Gabo no me gusta demasiado. Sé que a muchos le gustan los libros de Isabel Allende y sobre todo este, su “primera y gran obra”, pero para mí fue una experiencia insoportable, que me indignó. Hice el esfuerzo por terminarla, porque fue un regalo de unos buenos amigos españoles que querían “sacarme un prejuicio”. Pero no pude. A la página 192, todo un milagro, dije basta. Aún sigue ahí el marcador que también ellos me regalaron, una imagen de la cueca chilena, y seguirá ahí, sin moverse, para siempre.
Mi lista es super extensa, pero mencionare algunos conocidos: 1) La Biblia, me quede en Números, osea casi no avanzé nada, 2)Conversación en la Catedral, 562 pgs, me quedé en la 133, 3) Jaws de Peter Benchley, no recuerdo en donde lo dejé, 4) Crítica de la Razón Pura de Kant y, 5) Corazón de Edmundo d' Amicis.
ResponderEliminarDaniel M.
Conversación en la catedral es genial, algún día dale una segunda oportunidad!
ResponderEliminarA ver:
ResponderEliminar1. Tu nombre mañana de Javier Marías. Se maleó el rey.
2. Blonde de Joyce Carol Oates. Duro hasta para los fans.
3. Godel, Escher y Bach de Douglas R. Hofstadter. Lo dejé porque pensé que me iba a volver loco. Sin embargo, no te lo voy a devolver aún, quiero tentar una última oportunidad.
4. Los cuadernos de Don Rigoberto de MVLL. Sólo para completistas. Los demás pronto nos damos cuenta de que no vale la pena acabarlo.
5. Dinero de Martin Amis. La traducción, plagada de jerga española, lo hace insufrible.
Buen post man. Abrazo,
J.P.
Los cuadernos de D.R.!! Claro, eso yo también lo dejé a medias. No vale la pena, el más bajo nivel al que llegó el rey. Y el de Godel y compañia, dale nomás, pero sí, ese libro es para volverse loco...
ResponderEliminarVa la mía:
ResponderEliminar1. Ulises de James Joyce (un clásicazo que prometo terminar pero me resulta tan tan complejo que me alucina a colores, y por volver a releer lo leído, nunca avanzo, y así…)
2. El mundo es ancho y ajeno d Ciro Alegría (debería titularse: el libro es largo y aburrido, en realidad).
3. La fugitiva de Proust, la sexta de En Busca del tiempo perdido (pero si la paso y luego El camino recobrado, termino la serie de siete, ye!)
4. Paideia de Werner Jäger. Otro clásico pero cada página del libro parece que pesara 80 kilos.
5. “A sangre fría” que Capote me perdone, pero no, no lo terminé.
Joana
Joana, ¿no acabaste a Sangre Fría?
ResponderEliminar¡No puede ser!
¡Si hacías controles de lectura en la PUCP con ese libro...!
J. P.
No Jero. El horror, yo sé. Por eso el "Capote me perdone". Prometo terminarlo este año! Eso sí, a mis alumnitos nunca los engañé.
ResponderEliminarJoana.
Ayayay, Cervilla, al menos habrás visto la pela! Pero comprendo la razón. Las descripciones de Capote son igual de alucinantes como de pesaditas por momentos. Yo creo que si pasas la primera parte, ya todo fluye. El perfil psicológico los asesinos es todo! Terminálo NOW!
ResponderEliminarSé que no lo has hecho, pero es mejor mandar leer A sangre fría habiéndolo leído a medias que mandar leer, como otros profes, Al final de la calle ó Mala onda, por no mencionar tantas perlitas que uno se encontraba en el camino...
Así es colega. Puedes hacer una lista (solo para egresados de periodismo de la PUCP) de los libros que te hicieron leer y fueron una pérdida de tiempo (unos cuantos más: El Reino del Espanto de Alvarito Vargas LLosa, Gato Encerrado y El Enano de Fernando Ampuero y Ojo por Ojo de Umberto Jara).
ResponderEliminarEsos libros me hacen pensar en una futura lista, que prometo hacer: los 5 libros que leí en la universidad que no me sirvieron para nada (y también los que más me sirvieron)....
ResponderEliminarDebo discernir en algo, sin embargo. Gato Encerrado de Ampuero, con todo, me parece que es bueno, quizá lo mejor que hizo, pero igual, para tal caso mandaría a leer Ay qué rico, de J.Bedoya...
Gato Encerrado es lo mejor que hizo (lo que no sé qué signifique). El Enano es un bodrio. Pero esa lista universitaria promete...
ResponderEliminarUPDATE: o más bien olvido, un libro que dejé a medias que me arrepiento en el alma, pero que fue porque me encantaba, aunque parezca loco, es Sobre héroes y tumbas. Lo leía antes de dormir y me quedé en una parte que me encantaba y cada noche retrocedía 10 páginas para volverlas a leer y seguir, pero me dormía y volvía a leer la parte que me encantaba... etc.. y tuve que devolver el libro que me prestaron. Tengo que comprarlo y terminar la historia de Martín y Alejandra!!
ResponderEliminarA.B.P.
Armando, son muchos los que fui dejando en el camino, pero la culpo pudo más y los terminé (casi) todos. No pude con El Sonido y la Furia. Joder, hay que estar loco para entenderlo o disfrutarlo.
ResponderEliminarYo dejé "India" de Naipaul aunque sí me pareció muy muy interesante y me encantaría viajar para allá en algun momento de mi vida. No sé por qué lo dejé, no lo recuerdo. Seguro porque era gigante, ja
ResponderEliminarDejé tambien el "libro de los secretos" de Deepak Chopra. Aquí primero debo aclarar cómo llegué a ese libro. Quería algo profundo, interesante, con mensaje, algo un tanto existencial y terminé leyendo este librito que de hecho no era lo que quería. Aun asi me puse las pilas y traté de seguirle el juego, los ejercicios "si, mentalizate, si, haz tus listas de cambios, si las distintas religiones tienen un mensaje en común, si,si..." terminé con un gran NO al libro. Al final, debo reconocer, lo retomé pues no me gusta dejar cosas a medias (fue mucho antes de Naipaul)pero no lo recomiendo realmente.
Otros: "El Mio Cid" claro, "tantas veces pedro" aunque creo que en realidad solo lo ojee y me confundí, "una taza de chocolate caliente para el alma" (mi mamá me lo daba a leer) y que pena me da aceptarlo, también dejé "El retrato de Dorian Grey" (queda pendiente de retomar).