miércoles, 27 de octubre de 2010

Las mejores series de TV. Parte II: COMEDIA

Continuamos ahora con las mejores series de TV, en la categoría COMEDIA. En la lista pasada una “olvidada” fue “The Sopranos”, pero por no haberla visto nunca, no por calidad. Seguiré el mismo patrón e incluiré solo las series de comedia que he podido ver. Imagino que en esta categoría puede haber más discrepancias. Por ejemplo, me niego a poner “Two and a half men” o “Matrimonio con hijos”, series para mí sobrevaloradas, o “Friends”, que me gusta, pero no dentro de las 5 (ni dentro de las 10), como tampoco están “¿Quién manda a quién?”, “Salvado por la campana”, “Tres son multitud” o “The Cosby Show”. Es una elección personal.

1. Seinfeld

Humor de lo cotidiano.
Así como en Drama la mejor para mí (Lost) tiene su lugar con bastantes cuerpos de ventaja, lo mismo sucede en Comedia con Seinfeld. La serie creada por Jerry Seinfeld y Larry David, emitida entre 1989 y 1998, tiene la especial chispa del absurdo de lo cotidiano que cualquiera de nosotros puede vivir. Los propios protagonistas lo dicen en un capítulo en el que traman su propia serie: “es una serie que trata de nada”. Evidentemente lo que se nos presenta es una caricatura, pero basada en sucesos que podrían habernos sucedido, como en efecto le sucedieron a Larry David (por ejemplo, Kramer está basado en un ex vecino de David) o al propio Seinfeld (Elaine está basada en una ex novia del Jerry real). Este humor negro-absurdo-cotidiano no deja de fascinarme por lo simple, esperpéntico y genial que es, todo a la vez. Le costó lograr su lugar a Seinfeld, pero consiguió convertirse en icono de los años noventa, siendo considerada por TV Guide la mejor serie de la historia y por E! como la razón número uno por la que los años noventa fueron geniales. Kramer, George Constanza, Elaine, Jerry, Newman, en fin, toda la serie de personajes tan ridículos como probables de existir me hacen carcajear cada vez que alcanzo a ver alguna repetición por cable. Sé que hay personas que no comparten mi parecer, que les parece tonto el “humor” de esta serie, pero acaso todos seamos un poco tontos y por eso cause risa. Se nota que me gusta este tipo de humor, baste mirar mi número 6 con “Curb your enthusiasm”, ya con Larry David actuando de sí mismo.

2. ALF

¡No hay problema!
Otra de las series que puedo ver hasta el día de hoy sin que las bromas parezcan envejecer, sin que ese muñeco extraterrestre come-gatos deje de hacerme sonreír. La historia del extraterrestre Gordon Schumway, venido del planeta Melmac, donde martiriza y a la vez conquista con sus locuras a la familia Tanner, es simple y podría decirse llena de facilismos, con bromas sencillas y nada espectacular de por medio ni personajes altamente desarrollados. Díganme nostálgico, pero pongo a ALF (Alien Life Form) como segunda de la lista porque sencillamente es una de las series que más me ha hecho reír y disfrutar. Además, el personaje de ALF, su personalidad, su inteligencia y humor, están fuera de toda duda, así como el tontonazo-nerd de Willie, o los vecinos estrafalarios, los Ochmonek. Esta es una fórmula bastante utilizada en las series norteamericanas, la familia junto a los vecinos raros, pero que con la presencia extraterrestre de Alf gana mucho. Tuvo 4 temporadas bastante buenas y un final en la película “Proyecto: ALF” realmente malo, con Alf preso por los militares y los Tanner supuestamente aislados en un país lejano en un programa de protección para testigos. Pero que levante la mano quién no ha reído con algún capítulo de Alf visto al azar, con Rohnda, el gato “Suertudo”, la cucaracha melmaciana o el “No hay problema, Willie”.

3 The Big Bang Theory

Ya una sitcom de culto.
Una de las mejores series que hayan salido en los últimos años, en especial debido a la gran actuación de Jim Parsons, recientemente reconocida en los Emy. Sheldon Cooper y compañía, adecuadamente escoltados por la bella Penny, su vecina accidental, quien de alguna manera le aporta un poco de “normalidad” a estos cuatro amigos nerds, resultan fascinantes. Fanáticos de los cómics, las máquinas del tiempo y cualquier cosa que se aleje del mundo común y corriente y se acerque al universo “geek”, los personajes de The Big Bang Theory, especialmente Leonard y Sheldon, resultan entrañables e incluso adorables, conscientes de su propia brillantez, por supuesto, pero también de su inadaptación, especialmente con el sexo opuesto (en esto sobresalen Howard, un ingeniero aeroespacial pseudo-galán de origen judío que aún vive con su madre, y Raj, un astrofísico hindú). Esta es una serie que juega mucho con los estereotipos, con la inadaptación, con elementos culturales de culto, todos puntos de partida para generar situaciones cómicas bastante finas. Una serie genial. Solo me queda decir, como lo haría Sheldon: ¡Bazzinga!

4 Get Smart

Max y la "99".
El Superagente del Recontraespionaje tenía que estar presente en este ranking. Ya sé que parece una lista del recuerdo, pero a pesar de la cantidad de buenas series cómicas, especialmente durante los últimos años, no puedo evitar preferir, al menos al hacer una lista, a algunos buenos clásicos. El humor de Smart, el Superagente 86, creado por el genial Mel Brooks, va más allá de una simple caricatura de James Bond, aunque quizá esa haya sido la idea de Brooks, especialista en hacer comedia a partir de personajes serios y reales (ver Spaceballs, caricatura de Star Wars). Nos hacemos amigos y cómplices de Max y sus torpezas. De sus metidas de pata pero repentinas chispas de genialidad y astucia. Nos dejamos cautivar por la 99, divertir por el 13, escondido en los lugares más insospechados, y por su antecesor, el 44, que además se quejaba por su pesado trabajo. Nos identificamos con la cordura de “El Jefe” de CONTROL, y enternecer por la torpeza de Larabee, su asistente. Y por supuesto no dejamos de admirar lo malévolo de Sigfried, líder fáctico de KAOS. Sin duda, una sátira espléndida de la época de la Guerra Fría, que utiliza aparatos como el zapatófono o la cabina telefónica de los créditos iniciales para atraparnos en un universo ridículo pero dentro de todo policial, donde los personajes corren peligros e intentan combatir a “los malos”. La música característica de la serie también ha quedado para la historia de la televisión.

5. The Office

Locuras de oficina.
A pesar de no haber visto todos los capítulos que me gustaría ni haberla seguido con la frecuencia que quisiera, lo que he podido ver de “The Office” es sencillamente genial. No solo por Steve Carrell, que este año le deja su puesto a Harvey Keitel, sino por –otra vez- ese poco de absurdo cotidiano que comentábamos con Seinfeld. Personajes muy reales y ridículos a la vez, con un tufillo omnipresente del humor inglés, del que es heredera al ser un remake gringo de la homónima serie británica, creada y protagonizada por el genial Rick Gervais. Junto a Carrell, mi personaje favorito de lejos es el de Dwight, interpretado por el divertido Rainn Wilson. Lo que más me llama la atención de la serie es el que esté creada a manera de documental, algo que aporta bastante al “realismo” de lo absurdo que puede realmente suceder, en este caso, en una oficina. La cámara, al ser reconocida por los personajes, permite ese tono confesional y de complicidad entre estos y los televidentes. Simplemente genial.

Genial Will Smith.
Del puesto 6 al 10:

6. Curb your enthusiasm

7. The Munsters

8. El Príncipe del Rap

9. That 70’s Show

10. Fraiser



DEUDAS PENDIENTES

1. 30 Rock

2. Modern Family

3. Ally McBeal

jueves, 21 de octubre de 2010

Las mejores series de TV. Parte I: DRAMA

Empiezo por las series de DRAMA, la próxima semana prometo colgar la versión COMEDIA. Si alguien se anima a comentar sobre sus series favoritas, pido encarecidamente que no mezcle géneros. Pero voy adelantando algo: en comedia definitivamente estará Seinfeld. Como todo en este blog, la elección es muy personal, y también depende de lo que he visto o no, de ahí algunas omisiones. Sé que algunos pitearán por algunas que no están ni siquiera en el ranking extendido, pero estas son mis preferencias. Si hay alguna omisión horrorosa, por favor ¡coméntenla!

1. Lost

Un fenómeno absoluto.
Para mí, sin lugar a dudas, la serie que más me ha gustado, impactado, emocionado, enganchado. Durante casi 7 años he seguido la vida de cada uno de sus personajes, la isla, la Iniciativa Dharma, los Otros, los flashbacks, flashforwards, sideflashes, Jacob, el Humo Negro, los números, etc., etc., etc., y aun hoy los siento, todo aquello, aunque suene estúpido, como parte de mi vida, los buenos y los malos, si es que hay buenos y malos en Lost. Una serie que para muchos resultó pretenciosa pero que guste o no revolucionó la manera de hacer televisión, desde la impresionante factura de su producción (estábamos viendo cine, no TV) hasta su adictiva historia y sus millones de preguntas que sí, señores críticos de Lost, eran más importantes que las posibles respuestas, incluso las que nunca llegaron. La mejor temporada, la primera; la más interesante, la cuarta; la más enigmática, la quinta. Y qué decir de la última. Simplemente me encantó,así como el final: era exactamente lo que esperaba. Un final que respondiera misterios pero que a la vez fuera abierto, emotivo, que cerrara el círculo y no perdiera la esencia de lo que nos capturó. Sin duda, mi all time number one.

2. Los años maravillosos

Clásicos Kevin, Paul y Winnie.
Pongo esta serie en “Drama” aunque tenga mucho, mucho de “comedia”, pero es porque básicamente la historia de Kevin, Paul, Winnie, etc., es básicamente una historia de nosotros mismos, un retrato de la vida, de una época maravillosa de la vida. Y la vida tiene de todo, drama, comedia, lágrimas y risas. Recuerdo además que la primera vez que la vi prácticamente era contemporáneo a las vivencias de los personajes, quizá por eso lo entrañable que me resultó. La música, la época, las guerras, los hippies, la escuela, los enamoramientos, en fin, una serie que supo retratar un momento del mundo, desde los suburbios gringos de la época, demostrándonos que así pasen los años el ser humano, en esencia, sigue siendo el mismo. Deberían sacar un soundtrack de la serie. Solo para nostálgicos.

3. 24

Jack Bauer, un icono de la TV.
Durante mucho tiempo me resistí a ver 24. Las aventuras de ese tal Jack Bauer, que hasta el propio Vargas Llosa alababa, me parecían, desde la distancia, más inverosímiles que las de la propia isla misteriosa de Lost y sus osos polares. Recién este año, ante la ausencia de mi querida Lost, me animé a ver a Bauer y compañía. Y realmente es adictiva. Y creíble. No es lo que esperaba, resultó más. Porque así como 24 se alimenta mucho de la idiosincrasia gringa, también se nutre de la realidad. A medida que avanzaron las temporadas, además, fue dejando la temática del terrorista musulmán maldito, para entrar un poco a ventilar la propia suciedad venida desde adentro (en ese sentido, la quinta temporada es, de lejos, la mejor). Y dentro de esta desenfrenada seguidilla de crisis en un solo día sin descanso, nos damos tiempo para congeniar con los personajes. Sin duda sufrí cuando murió el bonachón de Edgar Stiles.

4. The X Files

Mulder y Scully.
Una serie que abrió camino a muchas que le siguieron, incluyendo a la producción de J.J. Abrahms, la magnífica Fringe. El contrapunto entre sus protagonistas, Scully y Mulder fue básico para acompañar la fuerza del misterio de casos sobrenaturales y una historia central sobre extraterrestres y una confabulación del gobierno. Muchas preguntas quedaban sin resolver, pero ese era el secreto del éxito. Cuando Mulder salió del panorama central se perdió la magia, y las películas que intentaron, hasta hace poco incluso, continuar la trama y cerrarla de algún modo no estuvieron a la altura. Igual, los Expedientes Secretos X, con su música incluida, marcaron una época inolvidable. The truth is out there! I want to believe!

5. In Treatment

Sesiones con Byrne.
Aunque no he terminado de ver todos los capítulos, los que he podido ver (la primera temporada y algunos de la segunda) me obligan a poner esta serie de un terapista y sus pacientes entre las cinco mejores. Hacer una serie en estos tiempos de acción y del poder de lo audiovisual basada en dos personas que conversan en una habitación –aunque poco a poco se ve cómo va afectando todo en la vida personal del terapista, lo que a su vez afecta su relación con sus pacientes- me parece una hazaña. La premiada actuación del gran Gabriel Byrne es un pilar para que funcione, así como un guión interesante, con una cadencia narrativa que te engancha, siguiendo los casos uno por uno –45 minutos de terapia por capítulo-, viviendo la "semana" de Paul-Byrne, incluso cuando a él le toca visitar a su propia terapista en busca de ayuda. Para quien no la haya disfrutado, no se decepcionará. No tendrá la acción de 24, ni las cosas increíbles de Lost, pero sí que tiene verdades y problemas de la vida real.


Gran Tim Roth.
Del puesto 6 al 10:
Fringe
Lie to me
V: Invasión extraterrestre
Star Trek
y la fallida pero interesantísima Flashforward.



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DEUDAS PENDIENTES

House, una deuda pendiente. 
De la siguiente lista o no he visto nada de las series en cuestión o he visto un par de capítulos, pero me encantaría poder verlas pues sé que quizá entrarían en mis top si las viera. Estas son:

1. House
2. Mad men
3. Six feet under
4. Dexter
5. True Blood

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LA NUEVA QUE ESPERO CON ANSIAS
The Walking Dead
Qué puedo decir, me encantan los temas de zombies, y esta nueva serie, dirigida por Frank Darabont, director de Sueños de Fuga y Milagros Inesperados, parece exactamente lo que quiero ver.


lunes, 11 de octubre de 2010

Noble Nobel (Mis 5 favoritos de literatura)

No podía dejar pasar la noticia del año, el Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa y se me ocurrió hacer una lista de los 5 escritores galardonados por la Academia Sueca que más me gustan, encabezados ahora, por supuesto, por MVLL. Sirva esta lista como homenaje y agradecimiento por todo lo que nos ha dado. Fuera de la lista, puedo mencionar Premios Nobel que me han gustado mucho, desde Pirandello y su “Seis personajes en busca de un autor” hasta Kertész y su maravillosa “Sin destino”, pasando por Grass y “El tambor de hojalata”, Jelinek y “La pianista”, Golding y “El señor de las moscas” o clásicos indiscutibles como Hemingway o Camus. Aquí van mis 5 favoritos del parnaso Nobel. Es una ocasión especial, disculpen si el post me ha salido un poco largo esta vez.


1. Mario Vargas Llosa, Nobel 2010


Qué decir: ¡por fin se puede poner a Mario en una lista del Nobel! Un escritor monumental, la gran deuda pendiente del Nobel de Literatura que por momentos parecía que jamás se saldaría. Aunque mi gran pecado es no haber leído hasta ahora “La guerra del fin del mundo”, he disfrutado con “Conversación en La Catedral”, “La casa verde” y “La fiesta del Chivo”, mis tres favoritas de MVLL. También, por supuesto, con “La ciudad y los perros”, “La tía Julia…”, “Pantaleón…”, “Travesuras…”. Quisiera destacar “El paraíso en la otra esquina”, una novela maravillosa que me parece no ha tenido aún la acogida que se merece y que espero que ahora, con la publicidad del Nobel, mucha gente se anime a leer y a releer. Admiro a VLL, no solo por su obra literaria, sino por su compromiso con la literatura y la difusión de las ideas. Libros de cabecera han sido para mí las antologías de sus artículos (“Contra viento y marea”, “Desafíos a la libertad”, etc., etc.), y, claro, sus ensayos literarios (“La verdad de la mentiras”, que es pura magia, o sus estudios sobre “Los miserables” o Flaubert). En fin, aún tengo por leer mucho Vargas Llosa que no he leído, y pronto se viene su nueva novela, El sueño del celta, que espero con ansias.

2. Saul Bellow, Nobel 1976

Herzog y más.
Ha dicho Philip Roth que la columna vertebral de la literatura norteamericana del siglo XX fue proporcionada por Faulkner y Saul Bellow, juntos “los Melville, Hawthorne y Twain”, que hicieron lo propio en el siglo XIX. Baste eso para calibrar la importancia de Bellow, escritor de origen judío, ganador dos veces del National Book Award, además del prestigioso Pulitzer. He leído tres de sus novelas y he quedado hambriento de más. Me maravillé con su manera de escribir con “Herzog”, a pesar de la pésima traducción hispánica, que hablaba de un “tío majareta y chalado”, pero cuya historia y su manera de exprimir la realidad y el amor es cautivante, además de que me siento identificado con aquello de escribir cartas mentales o físicas que jamás enviaré. Luego vinieron para mí “El legado de Humboldt” y “El planeta de Mr. Sammler”. Estas tres novelas con sus distintos personajes –Herzog, Citrine, Humboldt, Sammler-, piensan el mundo, reflexionan sobre el pasado, intentan escarbar en el futuro, rodeados de decepción, de cambios sociales e históricos, de problemas morales, sexuales, sentimentales, y de una visión de las cosas aún vigente 40 años después, una visión que me ha hecho subrayar tantas y tantas páginas. Bellow es, pues, altamente recomendable para quien no lo haya leído. Yo seguiré leyéndolo: me tocan “Henderson, el rey de la lluvia” y “Carpe diem”.

3. J.M. Coetzee, Nobel 2003

Abismos y realidades.
El sudafricano es, en mi humilde opinión, el más importante escritor vivo, junto con Vargas Llosa. Y quizá los emparente, además de sus magníficas obras, su compromiso con los sucesos de su tiempo, así como con la literatura como una pasión que se lee, que se analiza, que se comparte. No solo sus novelas me han embrujado, como la bella pero durísima “Desgracia”, esa joya que es “Foe”, o la sublime metáfora de “Esperando a los bárbaros”. También Coetzee es un espléndido articulista y ensayista (baste darle una leída a la erudita “Costas extrañas. Ensayos 1986-1999). Esta es una lista sobre mis preferencias, así se basen en una corta mirada a la obra de un autor. Me falta mucho por leer de Coetzee (quiero seguir con “Diario de un mal año”, por más oscura que me la hayan pintado), pero lo poco leído basta para hacerlo uno de mis favoritos y más admirados autores. Este es uno de los casos recientes en los que la curiosidad del Nobel me abrió a un autor hasta el momento desconocido. Y vaya que le acertaron.

4. José Saramago, Nobel 1998

Entrañable Saramago.
La casualidad finalmente decidió que este 2010 sea el mismo año en el que le concedan el Nobel a Vargas Llosa y fallezca uno de los más fervientes admiradores de su obra, ideologías aparte, el Nobel portugués José Saramago. Infatigable escritor, hasta el último de sus días en constante actividad y producción, el autor de una de mis novelas favoritas, “Ensayo sobre la ceguera”, era, además de gran escritor, portador de un gran carisma. He leído todo lo que he podido de él, “Ensayo sobre la lucidez”, “El hombre duplicado”, “El evangelio según Jesucristo”, “La balsa de piedra”, “La caverna”, “Las intermitencias de la muerte”, sus diarios de Lanzarote, pero me molesta no haber podido leer hasta ahora –no la he encontrado en nuestras alicaídas librerías- la que se dice es su obra maestra, “El año de la muerte de Ricardo Reis”. Este año me ha tocado celebrar el ansiado Nobel a MVLL, pero también lamentar la partida de uno de mis escritores favoritos, al menos entre los Premios Nobel que he leído. Todo un señor, comprometido con sus ideas, que normalmente comulgaban con las de los más necesitados.

5. V.S. Naipaul, Nobel 2001.

Inglaterra, Trinidad, India...
Otro autor, el británico de origen triniteño-indio Naipaul, que se me abrió gracias al Nobel. Dicen que el premio en gran parte se debió al interés de la Academia Sueca en mostrar y reconocer la difusión de la visión de oriente en occidente, de la misma manera en que el galardón otorgado a Pamuk posteriormente fue con el ánimo contrario, de occidente en oriente. Son opiniones. He leído a ambos autores y aunque Pamuk me parece un gran escritor, quizá no sea, para mí, repito, del calibre de un Nobel. Naipaul me sorprendió con su primera obra, “El sanador místico”, y me fascinó con su novela de tintes históricos “Un camino en el mundo”. A su vez, su libro “Entre los creyentes” de 1981, donde recorre el mundo islámico luego de la revolución iraní, así como “India”, su maravillosa crónica de viaje sobre su vuelta al país de sus antepasados, me han hecho seguirlo con devoción, por su constante viaje a la semilla y sus intentos –casi siempre exitosos- de entender un mundo ajeno y propio a la vez, de ida y vuelta, si del lector se trata. El propio Vargas Llosa, con quien tuvo alguna vez alguna anécdota, ha dicho de él que es “su autor favorito en inglés” y que “es uno de los pocos escritores ingleses contemporáneos que tiene una visión universal”. Quiero leer “Beyond belief”, donde revisita los países islámicos de “Entre los creyentes” casi 20 años después.
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Deudas pendientes o mejor dicho pecados

Más allá de querer leer más del Nobel de 1949, William Faulkner (solo he leído “El oso” y “Mientras agonizo”), y de Thomas Mann, premiado en 1929 (solo he leído “Muerte en Venecia”), de mis deudas pendientes las que más me provoca saldar son:

¡A leer!
 1. Aleksandr Solzhenitsyn, Nobel de 1970. Tengo “Archipiélago Gulag” y “Agosto 1914” y aún no me he animado a leerlas a pesar de morirme de ganas por la fama que las precede así como su temática.
2. Heinrich Böll, Nobel de 1972. Todos los que han leído al autor alemán me recomiendan con vehemencia “Opiniones de un payaso”. No la tengo. La compraré apenas la vea.
3. Yasunari Kawabata, Nobel de 1968. Me genera mucha curiosidad, por su historia personal, por su supuesto suicidio, por su discípulo Mishima y lo que este hizo, así como lo mucho que me ha gustado la poca literatura japonesa que he podido disfrutar (sobre todo la extraordinaria “El grito silencioso”, del Nobel de 1994, Kenzanburo Oe). 
4. T.S. Eliot, Nobel 1948. Siempre he sentido curiosidad por leerlo y sobre todo un poco de vergüenza de saber quién es Eliot y no haber leído siquiera “La tierra baldía” (salvo algunos versos, como el famoso “April is the cruellest month”). En general esta deuda pendiente se extiende al género poético. Hay demasiados poetas, con o sin premio Nobel, que quisiera leer.
5. Boris Pasternak, Nobel 1958. Siempre he sentido curiosidad por leer Doctor Zhivago, aunque a Pasternak, según dice el llamado de la Academia Sueca, principalmente se le fue concecido el premio por su obra poética. El autor ruso, que fue obligado a rechazar el Nobel por presiones de la URSS, solo cuenta con Dr. Zhivago como su única novela, además de una autobiográfica, El salvoconducto, publicada más de 20 años antes.
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¿Los Nobel que aún no son?

El boom Murakami.
Es conocido el caso de Borges, un Nobel que nunca fue, pero ¿qué otros escritores, aún vivos, están pidiendo Nobel hace tiempo? En mi humilde opinión, creo que hay pocos casos clamorosos como lo era MVLL, de ahí el revuelo mundial por su premio, pero me parece que casos que destacan son los de Philip Roth (incontables libros de magnífico calibre); Salman Rushdie (me encantó “Los versos satánicos”); Cees Nooteboom (magnífica “La historia siguiente”, por citar solo una); Cormac McCarthy (sublime “La carretera”, fortísima “Meridiano de sangre”, impactante “No country for old men”); Antonio Tabucchi (está demás ennumerar sus obras); el propio Paul Auster (tan prolífico, tan interesante), y, quién sabe, en algún momento, el propio Haruki Murakami y el boom de su particularísimo estilo. En fin, es una pequeña selección de lo poco que he podido leer pues ¿cuántos Sándor Márai habrá escondidos por ahí que morirán, quizá por propia mano, como el húngaro, sin que su obra sea siquiera conocida o autores geniales cuyo conocimiento son privilegio de unos pocos? Así que a leer y a compartir lecturas se ha dicho.

lunes, 4 de octubre de 2010

Placeres culposos (III): Cantantes en español

Retomando, después de tiempo, la serie de Placeres culposos (ver Placeres Culposos I: Dibujos Animados y Placer Culposos II: Televisión) esta vez el turno es de cantantes en español. El tema de la música es muy amplio para una lista de cinco, así que he decidido hacer un primer intento con la lengua de Cervantes, que tiene para dar y regalar.

1 . Christian Meier: novio de nadie


Duo con Erentxun.
Esto puede sonar a broma, pero sí debo defender al buen Christian Meier. El popular “Zorro” canta fatal pero debo admitir que sus canciones me parecen chéveres. Las canciones de su disco "Primero en mojarme", como “Espérame en el tren”, “Quién sabe” y sobre todo su colaboración, en su disco "Once noches", con el gran Mikel Erentxun, “Novia de nadie”, me parecen no solo pegajosas, sino pajas. Mátenme, pero prefiero al zorro cantando que al más “popular” Pedro Suárez Vértiz (que también sería un placer culposo, obviamente, solo que no mío, por suerte, salvo la canción que pongo más adelante). Creo que Meier, en su faceta de cantante fue un buen compositor, más bien músico. Buen ritmo, buenas letras, buenas canciones que, creo yo, si hubieran sido cantadas por otros intérpretes hubieran tenido mejor suerte, por más pepa que tenga el muchacho. Eso sí, "Carreteras mojadas" ni culposo ni nada. Esa sí que “no va”.

2 . Ricardo Arjona: ¿quién diría?

Adolescencia culposa.
Mejor empezar por el principio. Declaro levantando mi mano sobre la Biblia que los últimos 10 años, por lo menos, de la música de Arjona me parecen abominables. Con ese pequeño parche, sí debo admitir que sus primeras canciones, hasta el álbum "Si el norte fuera el sur", y quizá un par de canciones más luego de ese, sí me hacían tararear y comprar sus discos. Con la canción “Minutos” (famosa por su final, “minutos, como kamikazes de Dios”), se me terminó de ir al suelo y caí en la onda de haters de Arjona hasta la médula. Jamás, por supuesto, me dio por ir a un concierto suyo. Sin embargo, repito, de chico, a los 14 o así, canciones tan odiadas por tantos como “Historia de taxi”, “Te conozco”, “Quién diría” y hasta “Mujeres” llamaban mi atención. Felizmente mi educación musical luego mejoró. Aún hoy, empero, si escucho algunas de las de antaño, debo confesar que sí, me gustaron, y todavía pueden resultarme, quizá más por nostalgia, bacanes. Punto totalmente aparte: el tipo es odioso, ¿no?

3 . Pedro Suárez Vértiz y su one hit wonder (para mí)

"Cuando pienses en volver"
 Empiezo con lo primero, que no es un cantante y su obra o parte de ella, sino con una canción, “Cuando pienses en volver”, de Pedrito Suárez Vertiz. Debo aclarar que detesto la música de Suárez Vertiz, salvo algunas cuantas de Arena Hash. Pero como solista, desde “Los globos del cielo”, “Me elevé” hasta “Me estoy enamorando” y todas las babosadas que canta, francamente no lo soporto. Pero esta canción agarró lo nostálgico y huachafo que hay en mí y sí, cuando la escucho debo admitir que me provoca tararearla, ver el video, y hasta, a veces, me emociono, jaja. No soy un peruano que vive en el extranjero, así que no tengo excusa. Un placer totalmente culposo. Mmm, llamarle placer es un exceso, pero sí, me gusta, qué le hago.

4 . Gianmarco: te lo dije cantando 

Gasparín.
La verdad ya casi casi no lo escucho, o lo sigo poco, digamos. Desde que se fue con el clan Estefan se me ha ido despintando más y más, aunque siempre saca su cancioncita simpaticona por ahí. Yo, una vez más por nostálgico, me quedo con su primera etapa “peruana”, con “Parte de este juego”, “Te extrañaré”, “Dame un beso”, en fin, todas las conocidas, incluso “Canción de amor”. He ido a un par de conciertos, y la verdad la pase bien. Me vacilaron “Sentirme vivo” (la que le compuso a Emmanuel) y “Hoy” (la que le compuso a Gloria Stefan), e incluso la que hizo más famoso aún al potrillo Alejandro Fernández, “Canta corazón” (hagan click para ver a ambos cantando en vivo). Una vez más no sé si es un placer culposo real. De hecho, a mis 30, si me preguntan, antes que decir Gianmarco prefiero decir que me gustan Jorge Drexler, Mikel Erentxun, Cerati o Enrique Bunbury, por citar solo a cuatro cantantes en español que me encantan (Sabina y Calamaro están descontados, ellos forman parte de mi parnaso personal), y la lista podría seguir con Serrat, Charly (nunca Fito, nunca), Pedro Guerra, Amaral, etc., etc. En esa medida, sí, Gianmarco es recontra culposo, ¿no?

5 . José Luis Perales: ¿y cómo es él?

Para mí, siempre un grande.
No sé si esto califica exactamente como placer culposo en el sentido en que no me da roche aceptarlo. Adoro a Perales y a su música romanticona y afable. Desde canciones recontra corta venas como “El amor”, “Te quiero”, “Y cómo es él”, “Me llamas”, “Amada mía” y un sinfín de etcéteras, hasta las más sociales “Dime”, “Que canten los niños”, “Un velero llamado libertad”, “América”, “Decidieron volar”, “Gente maravillosa” o “Me gusta la palabra libertad”, me encantan todas, todas, todas. Es un placer culposo en la medida que no es muy común que alguien aún joven (30) escuche a Perales y sobre todo lo haya hecho desde los 10 ó 12 años, cuando el resto escuchaba música más “de moda” o “moderna”. Es un tipo al que admiro, al que he ido a ver en concierto dos veces, con un gran carisma, que ha compuesto canciones para otros artistas también notables, como “Morir de amor”, para Miguel Bosé, o “Brindaremos por él”, para Massiel, por citar solo dos. En fin, que me gusta Perales y qué.

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BONUS TRACK
Río: lo peor de todo de estar contigo…

Una época "inolvidable".
 A muchos su música le parece un broma. Y quizá lo sea en gran medida. Pero han marcado mi adolescencia y aún hoy, cuando voy a un karaoke pido alguna de sus canciones, o si voy por la radio intento no cambiar si ponen alguno de sus “hits”. Desde la payasada de “La universidad es cosa de monos” hasta “Carol quiere un viaje a Londres” (con su chu-chu-chu-chu-yeah que grita el cantante entre estrofas), pasando por “Lo peor de todo” (la mejor para mí), Río me vacila pues. ¿Culposo? Culposo de toda culpa. Sinceramente, prefiero a Río que a los Hombres G, los payasos españoles, con Martha tiene un marcapasos, Indiana Jones, las chicas cocodrilo y toda la mancha. MMm bueno, si fuera español quizá Los Hombres G serían mis “Río” españoles. Quién sabe.

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ANTI BONUS
Maná: mariposas bailan en mi… estómago, puajjj 
Insufrible Maná.
Primero muerto antes de que me guste esta banda infame. Fher y compañía no han hecho más que sacar canciones insoportables, y asquerosamente parecidas (¡perdón por la inquina, pero no los aguanto!), desde que tengo uso de razón. Canciones como “Clavado en un bar”, “En el muelle de san Blas”, “Te deseo”, e incluso los “hits” “Rayando el sol” y “Oye mi amor” me ponen los pelos de punta. Un caso de condicionamento negativo clásico. Ni siquiera se salva “Buscándola”, que es simpaticona. Creo que es la voz de Fher, o el tonito que le ponen a todas sus canciones. Lo peor de lo peor: que Arjona ni que Arjona: ¡Maná